
El organismo distrital, antes sumiso al mandato de Alejandro Char, ahora muestra una postura más crítica. La gestión de la gerente de ciudad, Ana María Aljure, se encuentra en el ojo del huracán.
Por años, el Concejo de Barranquilla ha sido visto como un mero eco de la administración distrital, respaldando sin fisuras las decisiones del alcalde Alejandro Char. Sin embargo, en el inicio de su segundo año de sesiones, la narrativa ha cambiado de manera drástica: los concejales han comenzado a cuestionar públicamente la gestión de varios funcionarios, en especial la de Ana María Aljure, gerente de ciudad y pieza clave en el esquema de poder del charismo. ¿Es esto un verdadero acto de independencia política o simplemente una estrategia de presión con miras a las elecciones legislativas?
De la obediencia al desafío: un giro inesperado
El panorama político en el Concejo de Barranquilla dio un giro significativo en las primeras sesiones del año. Mientras que en 2023 el respaldo al alcalde fue absoluto—al punto de aprobar sin reparos un cupo de endeudamiento de 3 billones de pesos, el incremento del ICA y el Plan de Desarrollo de 6.3 billones de pesos—, ahora los concejales han adoptado un tono más combativo.
Las críticas se han centrado en la falta de eficiencia de los secretarios y funcionarios clave. “Nosotros votamos por el alcalde Alejandro Char porque hace las cosas bien, pero por los secretarios yo no he votado”, expresó el concejal conservador Juan José Vergara, marcando distancia entre el mandatario y su equipo de gobierno.

Por su parte, Juan David Abisambra, de Cambio Radical, señaló una crisis palpable en la ciudad. “Hoy vivimos una innegable crisis en materia de movilidad en Barranquilla”, dijo en una intervención que refleja el creciente descontento.

Ana María Aljure: la funcionaria que concentra el poder
Uno de los principales focos de inconformidad es Ana María Aljure, la funcionaria más poderosa del gabinete de Char. Según concejales que prefieren mantenerse en el anonimato, Aljure centraliza el poder de manera extrema, reduciendo la autonomía de los secretarios. “Todo pasa por las manos de la doctora Aljure. Si el alcalde le ha dado esa responsabilidad es porque le tiene mucha confianza. Pero eso no es funcional para un gobierno”, afirmó un concejal en diálogo con un portal de noticias digital.

La figura de Aljure no solo es influyente dentro del gabinete; también es vista como una potencial sucesora de Char, lo que ha generado recelo en sectores de Cambio Radical y fricciones con el exalcalde Jaime Pumarejo. Su alto perfil y la constante exposición en redes han hecho que su nombre suene como una posible candidata del charismo a futuro.
¿Independencia o cálculo político?
A pesar del repentino tono crítico, muchos sectores políticos y ciudadanos ven en este cambio una estrategia con fines burocráticos. La proximidad de las elecciones legislativas podría estar motivando a los concejales a marcar distancia con la administración, buscando negociar espacios de poder o asegurando cuotas dentro del aparato distrital.
“Esos manes cuando hablan es porque no los han atendido. Ellos son bate y zanahoria. No les han cumplido. Ahora vienen las elecciones y se están cotizando”, comentó un exfuncionario del charismo.
El desprestigio del Concejo de Barranquilla tampoco juega a su favor. Se les recuerda por cobrar 516 mil pesos por sesiones de diez minutos durante la pandemia y por haber aprobado sin objeciones proyectos que ahora critican.
Samuel Tcherassi y el “Oso Yogui”: más ruido en el reino de Char
El Concejo de Barranquilla ha comenzado a marcar distancia, pero el ruido que rodea a la administración de Alejandro Char no se limita a la molestia de los cabildantes. Dos nombres han irrumpido en la escena, sumándose al coro de controversias que persiguen al alcalde: Samuel Tcherassi y el “Oso Yogui”.
Samuel Tcherassi, un reconocido empresario barranquillero, ha sido la voz que mueve las controversias que apuntan a la estrecha relación entre el sector privado y las decisiones del Distrito. Su nombre resuena en los pasillos de la ciudad como una figura clave en temas políticos y su posible candidatura a la Alcaldía de Barranquilla.
Por otro lado, el caso del “Oso Yogui” ha cobrado relevancia en medio de los cuestionamientos a la administración. Aunque el personaje podría sonar pintoresco, la historia detrás de este apodo refleja una realidad mucho más oscura: un entramado de decisiones administrativas que han favorecido a ciertos sectores y que ahora empiezan a ser señaladas con mayor vehemencia.
Un futuro incierto para el Concejo
A pesar de las recientes posturas combativas, al Concejo le queda poco margen de maniobra. Ya le otorgó a Char las principales herramientas para gobernar, por lo que su capacidad de presión se reduce a los debates de control político. “Nosotros le dimos el cupo de crédito a nuestro alcalde, necesitamos saber en qué condiciones va. Entre ese cupo había 32 parques por hacer en la ciudad, y ¿dónde están?”, cuestionó el concejal Vergara.
Las próximas sesiones serán clave para determinar si este cambio de postura es genuino o si solo responde a un intento de obtener mayores espacios dentro del gobierno distrital. Por ahora, lo cierto es que, por primera vez en mucho tiempo, Char enfrenta un Concejo que deja de aplaudir y empieza a golpear la mesa, aunque todavía está por verse si el ruido se traduce en acción real.
Y.A.