Hoy festejamos el día de la mujer, el ser más amado y querido de la humanidad.
Indiscutiblemente esta es una de las fechas más hermosas y significativas de nuestro calendario, porque se le rinde el más que un merecido homenaje a ese abnegado ser, capaz de entregar su vida por sus hijos como es la mujer.
Nunca nos cansaremos de expresar, con el más profundo sentimiento, que las mujeres constituyen la representación más pura del amor, que ellas irradian por doquier, en cualquiera de las circunstancias de la vida.
En una conmemoración como la de hoy 8 de marzo, en LA LIBERTAD queremos expresarles a todas las mujeres de Barranquilla, Colombia y el mundo los más grandes agradecimientos por todo lo que nos ofrecen, su permanente entrega y dedicación, con lo que nos inculcan en nuestros corazones las más bellas sensaciones de amor.
Nunca podremos olvidar que nuestro crecimiento físico y espiritual se lo debemos a esa semilla de amor que las mujeres madres sembraron en nuestras almas, desde los primeros días de nuestras vidas, para que en largos y pacientes años de entrega, ellas fueran forjando nuestro carácter con el noble objetivo de convertirnos en personas de bien.
Por ese motivo, en un día tan especial como el de hoy, nos unimos a este festejo y con profundo amor y respeto les deseamos a todas las mujeres, los más grandes deseos por su permanente felicidad.
Hoy es el momento más adecuado para expresarles a las mujeres cómo es de grande nuestro amor por ellas.
En este día y siempre, no desaprovechemos la ocasión para decirles cuánto las queremos y cuánto las respetamos; hoy tenemos la obligación de abrir nuestro corazón para derramar a raudales todo el amor que sentimos por ellas.
Hoy es un día para reflexionar sobre la importancia que juega la mujer en una sociedad que a veces se rehúsa a darle paso al género femenino.
Por eso, reciban el reconocimiento como el ser más amoroso y abnegado del universo.
Por esa razón, la de hoy es una de las fechas más hermosas y significativas de nuestro calendario, porque se le rinde el más que merecido homenaje a ese esencial ser, reflejo del amor de Dios.