Por EDGAR ALTAMAR LINARES
El carnaval de Barranquilla es una de las manifestaciones culturales más profundas y de grandes connotaciones a nivel nacional e internacional. Es una fiesta de color, música, baile, es decir, un jolgorio a nombre de Baco. Observar todo el espectáculo ocurrido en las batallas de flores, los disfraces, las comparsas, la maicena y otros factores que inciden en la alegría y entusiasmo de la gente que disfruta las carnestolendas, nos hace pensar que es una fiesta donde pobres y ricos se divierten a su manera.
Todas estas consideraciones nos hacen preguntar qué pasa con las carrozas, sabiendo que el carnaval de Barranquilla tiene un presupuesto bastante alto, no solo del distrito, sino por parte del Ministerio de Cultura. Entonces, cuando cualquiera comienza a observar las carrozas que desfilan por la vía 40, y observa las carrozas que participan en el Carnaval de Pasto, nos damos cuenta de que hay una diferencia extrema. Esta diferencia radica que, en Barranquilla, la cantidad de tráiler que transitan y llevan la música, camiones enormes que se apartan de la lógica de un verdadero desfile, que se aleja tajantemente de lo que es un verdadero convite cultural.
Es sabido también que el Carnaval de Pasto, es reconocido como patrimonio cultural, no obstante, en sus quehaceres carnavaleros tienen más tinte cultural. ¿Es el carnaval de blancos y negros más cultural? Eso lo dice las formas como está organizado el carnaval de Pasto y quienes lo dirigen. Ellos lo hacen con fines culturales, mientras que el de Barranquilla, aunque es patrimonio oral e inmaterial, está perfilado con una conciencia mercantilista.
La elegancia y la magnitud de las carrozas del carnaval de Pasto son toda una creación artística, donde sus artesanos duran todo un año intentando lo mejor para una presentación fascinante de calidad y donde sobra la imaginación. Estas carrozas en el año 2025 se comprometieron con la crítica política, con la crítica social, que en esencia es lo que debe presentar el carnaval, un desorden organizado, donde los pájaros caminan y los peces vuelan. Una crítica a los gobernantes a las diversas situaciones sociales y políticas de la actualidad (Bajtín, 1933).
Finalmente, se llama la atención que las carrozas participantes en la Batalla de Flores en el carnaval de Barranquilla, dejan por desear un verdadero significado, una propuesta artística que llene las expectativas culturales, y que se desarrolle una política cultural dejando a un lado el negocio, el ‘cómo voy ahí’, sacándole provecho a las situaciones presupuestales, enriqueciéndose con el trabajo de otros, de los verdaderos hacedores del carnaval, de su esencia por la cual fue reconocido como patrimonio oral e inmaterial de la nación, y por eso toda acción negativa en el carnaval de Barranquilla puede superarse, siempre y cuando haya una renovación en la dirección, administración de quienes hoy en día han llevado a estas fiestas a un colapso cultural, desde la Guacherna, hasta los baches que se notaron en los desfiles del Carnaval S.A.
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