Gustavo Petro: «Creí que podía hacer una revolución gobernando, pero fallé»

En una entrevista exclusiva, el presidente de Colombia reflexiona sobre su gobierno, su lucha interna y los desafíos del poder, con una mirada crítica a los aliados, la prensa y la política internacional.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se muestra visiblemente fatigado pero firme al aceptar la entrevista a El País América en el Salón de los Gobelinos, en la Casa de Nariño. Con 64 años, Petro reflexiona sobre los dos años y medio de su mandato, un periodo marcado por crisis internas, luchas familiares y conflictos internacionales. En una charla extensa y profundamente sincera, el mandatario abrió su corazón, analizó sus errores, reconoció sus fracasos y se mostró tajante ante los retos por venir.

Un sacrificio constante

Petro comienza la entrevista admitiendo que ser presidente es, para él, un «sacrificio» y una «infelicidad absoluta». Explica que el poder ha tenido un alto costo personal, destacando que lo primero que intentaron destruir fue su familia. «Quisieron destruir los lazos sentimentales porque un hombre sin lazos sentimentales se vuelve duro, malo, y yerra», señala, refiriéndose a las tensiones con su entorno familiar, especialmente en relación con su hijo, quien está implicado en investigaciones judiciales.

El peso de la revolución

Cuando se le pregunta sobre sus errores, Petro es claro. «Fallé al creer mucho en la gente que me rodea», confiesa. «Creí que podía hacer una revolución gobernando, cuando eso lo hace el pueblo». Esta afirmación refleja el desencanto del presidente con las limitaciones del poder político en el contexto institucional colombiano. Sin embargo, no renuncia a su sueño de transformación. A pesar de los fracasos, reafirma que «hay que hacer una revolución en Colombia», aunque reconoce que será un proceso de largo aliento.

Familia, traiciones y justicia

La entrevista también toca la polémica de su hijo, quien enfrenta acusaciones de lavado de activos relacionadas con la campaña presidencial de Petro. El presidente se defiende, diciendo que el castigo contra su hijo ha sido desproporcionado y tiene un claro objetivo político. «Lo hacen para que se enfrente a su padre por puro instinto de conservación», asegura, aunque también reconoce que su hijo cometió un error.

En cuanto a la defensa de su jefe de despacho, Armando Benedetti, quien ha estado involucrado en varios escándalos, Petro no se deja influir por las críticas y considera que se trata de un «lawfare» en su contra. «El único proceso judicial en firme contra él es por tráfico de influencias», sostiene, al tiempo que defiende la segunda oportunidad para las personas en su entorno.

La política internacional y su relación con Trump

Petro también reflexiona sobre su rol en la política internacional, especialmente en su relación con Estados Unidos. La reciente crisis diplomática con Donald Trump, tras un conflicto por el trato a los migrantes colombianos deportados, se discute en profundidad. Aunque la situación generó tensiones con la administración estadounidense, Petro asegura que no se echó atrás. «Nunca admití ni admitiré que entren colombianos esposados», reitera, y destaca que ahora los deportados llegan «sin esposas, sin cadenas y con dignidad». Aunque el gobierno de Trump amenazó con imponer aranceles a Colombia, Petro minimiza la importancia de estas amenazas, asegurando que no le preocupan las imposiciones económicas.

Un gobierno dividido y la crítica a sus ministros

El mandatario también se mostró crítico con su propio gabinete, afirmando que «no hemos conquistado el poder, hemos conquistado un gobierno administrador acorralado por los otros poderes y por intereses económicos». Reconoce que la falta de lealtad y compromiso en algunos miembros de su gabinete ha sido un obstáculo para llevar adelante sus reformas, como las de salud y laboral. En particular, critica a Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, quien, según Petro, lo ha «engañado» varias veces.

Sobre sus ministros, señala que algunos tienen «agendas dobles» y no están trabajando a fondo en lo que él considera la verdadera transformación del país. Esta tensión culminó en el famoso Consejo de Ministros televisado, donde Petro tuvo que confrontar a sus colaboradores y poner en evidencia las grietas dentro de su administración.

La paz total y la guerra contra el narcotráfico

En cuanto a la paz total, una de las principales promesas de su gobierno, Petro es tajante. Aunque afirma que no ha fracasado, reconoce que la situación sigue siendo compleja. Asegura que los grupos como el ELN han sido transformados en «organizaciones de traquetos», que han dejado de ser grupos políticos para convertirse en actores del narcotráfico. A pesar de esto, defiende que la paz es posible, pero solo si el pueblo colombiano se moviliza para apoyar los cambios estructurales que propone.

Desafíos futuros y su visión para Colombia

Petro no pierde la esperanza de lograr una transformación profunda en Colombia, pero también es consciente de las dificultades. En el plano interno, asegura que su lucha no es solo contra la oligarquía, sino contra un sistema que está «moribundo» y que debe ser reemplazado por nuevas formas de gobernar y distribuir el poder. A nivel internacional, su relación con los líderes de América Latina, como el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y la presidenta de México, Andrés Manuel López Obrador, se mantiene distante, aunque reconoce la importancia de mantener un «frente amplio» para enfrentar los desafíos regionales.

Conclusión

Gustavo Petro, el presidente que llegó al poder con la promesa de una revolución social, se encuentra hoy reflexionando sobre los costos de gobernar y los límites del poder. En un país dividido por conflictos históricos y sociales, Petro se enfrenta a un panorama complejo, marcado por traiciones, decepciones y la constante lucha por mantener su visión política. Mientras tanto, sigue defendiendo sus principios y las transformaciones que, según él, son urgentes para el futuro de Colombia. Sin embargo, sus declaraciones sugieren que el camino hacia esa revolución aún es incierto y lleno de obstáculos.