Las recientes encuestas realizadas por varias entidades dedicadas a las mediciones, respecto a las diferentes tendencias políticas existentes en Colombia –que entre otras cosas, es el país con más partidos políticos del mundo– nos hace concluir que la polarización de la que tanto se ha venido hablando en los últimos meses, no es un fenómeno generalizado entre los ciudadanos a los que a muchos no les interesan las diversas tendencias políticas que hoy en día persiguen mostrar su hegemonía, a través de lo que se ha denominado el enfrentamiento de las ideologías, relacionadas con la vinculación a determinada agrupación partidista, a las cuales no se encuentra afiliada la mayoría del pueblo colombiano, el que siempre ha estado ubicado más en el centro que de la derecha o la izquierda, así quedó evidenciado en la más reciente de estas mediciones en la que más del 60% de los encuestados ni siquiera sabe si votará, aunque aun falta mucha tela por cortar.
Por eso resulta llegar a la fácil conclusión, que es posible la existencia de una profunda polarización política en nuestro país que seguramente se incrementará a medida que transcurran los días, la cual se está evidenciando más que todo entre los grupos que se encuentran en los extremos, ya se sabe que entre ellos no tiene cabida el dialogo, pero sí los permanentes insultos y un dogmatismo excluyente, tanto de izquierda como de derecha de acuerdo a las diferentes manifestaciones que no han faltado en los últimos días.
Ante esto un gran conglomerado de la sociedad colombiana se encuentra expectante, con muchos problemas sin resolver, en medio de estos grupos antagónicos y siempre con las esperanzas puestas en que en las próximas elecciones presidenciales sea elegido un presidente como lo merece el pueblo colombiano.
Como se sabe en el 2026 será el debate para elegir el nuevo presidente de la República, pero es en estos meses cuando deberán definirse y estructurarse los elementos determinantes del nuevo mapa electoral en Colombia.
Lo que no está claro es hacia dónde irá el país, con una economía quebrantada, el desempleo disparado y si su dirigencia sigue acérrimamente dividida, enfrascada en enfrentamientos mezquinos, divagando y perdiendo tiempo valioso, mientras comienzan las conjeturas respecto a si habrá segunda vuelta presidencial o no.
Lo cierto es que de la polarización no puede esperarse algo diferente al ahondamiento de las diferencias; nos parece que lo que se necesita en Colombia son posiciones políticas con verdadero diálogo y entendimiento auténtico y civilizado, no centrado en los permanentes improperios y descalificaciones personales, un fenómeno que ha hecho aflorar en Colombia dos países políticos completamente diferentes.
Un país con muchos “lengua larga” que anuncian siempre cambios inminentes y otro país real, convertido en un gigantesco problema social, cuyo eje es la inequidad.
El desinterés de la juventud por la política es una clara demostración de su actitud frente al modo habitual de hacer política, la que no les atrae en absoluto.
Seguramente en el ambiente en el que nos encontramos los colombianos, seguiremos escuchando hablar de revolución, de cambios, de políticas de izquierda, de derecha, de renovación social profunda y de cosas parecidas, pero mucha gente las escuchará con el desencanto de siempre.