El Halcón voló lejos de Barranquilla: La ciudad se queda sin vigilancia aérea, ¿negligencia o maniobra política?

Por: Redacción Web.
Diario La Libertad.

En un hecho que ha dejado a la ciudadanía barranquillera atónita y furiosa, el helicóptero ‘Halcón’ que aseguraba la seguridad aérea de Barranquilla ha sido trasladado a Cúcuta, y la excusa oficial sigue siendo un misterio.

El equipo, que costó a los ciudadanos de la ciudad la nada despreciable cifra de $8500 millones y cuenta con tecnología de última generación, se ha ido, dejando a la población con más preguntas que respuestas. ¿Por qué se lo llevaron? ¿Qué negociaciones se esconden detrás de esta medida?

Al parecer, la falta de transparencia en la gestión de las autoridades es lo único que parece estar garantizado en este asunto. «¿Por qué no quitan un helicóptero de los que están en Bogotá, que tienen cámara y todo?», cuestionan los barranquilleros, señalando que la capital del país no ha sufrido el mismo recorte.

Mientras tanto, en Barranquilla, la delincuencia sigue creciendo, y la seguridad se ve mermada ante la ausencia de este valioso equipo aéreo. En lugar de explicaciones claras, los responsables parecen sumidos en un silencio que solo alimenta la desconfianza de una población ya harta de la ineficiencia de las autoridades locales y nacionales.

La indignación de la comunidad no se ha hecho esperar. Uno de los testimonios más representativos recoge la frustración generalizada: «Nosotros los barranquilleros exigimos que nos traigan el helicóptero que nos costó un dineral».

Este clamor no es simplemente un reclamo por la ausencia de un aparato crucial para la vigilancia aérea, sino una denuncia contra un sistema que parece más interesado en satisfacer intereses ajenos a las necesidades de la población.

El traslado del Halcón a Cúcuta no es solo un golpe a la seguridad de Barranquilla, es una muestra de la desidia de las autoridades frente a la criminalidad creciente en la ciudad. ¿Acaso no era este helicóptero una de las principales herramientas para enfrentar los delitos de alto impacto en Barranquilla? ¿Quién tiene la responsabilidad de tomar decisiones que afectan directamente a la ciudadanía, pero parece actuar con total desdén por las consecuencias? ¿Por qué nadie se atreve a cuestionar la idoneidad de las autoridades encargadas de velar por nuestra seguridad?

Lo que parece un simple traslado es en realidad un profundo desaire hacia los ciudadanos de Barranquilla, que se sienten abandonados. Los barranquilleros, lejos de recibir explicaciones claras, deben conformarse con ver cómo un helicóptero que les costó millones de pesos es utilizado por otros sin que se justifique debidamente esta decisión.

Lo más alarmante es la falta de claridad en torno a la gestión de estos recursos. ¿Quién autorizó el traslado del helicóptero a Cúcuta? ¿En qué condiciones se tomó esta decisión? ¿Cuál es el propósito real detrás de la reubicación de este equipo clave en la lucha contra la criminalidad? Estas preguntas quedan en el aire, mientras Barranquilla sigue siendo una de las ciudades más inseguras del país.

Además, en medio de esta controversia, la ciudad se enfrenta a nuevas amenazas, y el helicóptero que llegó para «reforzar la seguridad» parece más una burla que una solución. El Bell 407, que llegó para hacerse cargo de la vigilancia, es una máquina diminuta comparada con el Halcón que los barranquilleros perdieron. ¿Cómo se justifica el reemplazo de un equipo de alta tecnología por uno que evidentemente no tiene la capacidad de operar con la misma eficacia?

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El alcalde, Alejandro Char, inspecciona el helicóptero Bell 407 // Foto: Alcaldía de Barranquilla.
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Estas son las características del ‘halcón’ que vigila Barranquilla // Foto: Alcaldía.

En conclusión, el traslado del helicóptero ‘Halcón’ no solo ha dejado a la ciudad sin uno de sus recursos más valiosos en términos de seguridad, sino que ha puesto de manifiesto la falta de responsabilidad y la negligencia de las autoridades locales y nacionales. En una ciudad donde la criminalidad está desbordada, los barranquilleros merecen explicaciones claras y una acción contundente, no una burda maniobra política que solo deja más preguntas que respuestas.

Y.A.