Santa Marta en statu quedó en obras

Por Álvaro Cotes Córdoba

Santa Marta es la ciudad más vieja de Colombia y debería ser una de las más adelantadas, pero la mayoría de sus gobernantes, casi el 90%, durante 488 años, no lograron siquiera ubicarla en un segundo puesto en la Costa Atlántica.

Si no fuera por sus playas y turismo, la ciudad hubiera seguido siendo un pueblo grande. Los únicos gobernantes que más le aportaron en gestiones y obras durante esos 488 años, fueron los hermanos Edgardo y Alfonso Vives Campo, que le pavimentaron las calles a más de un centenar de barrios que hasta la década de los 80, eran polvorientos e incluso hasta en el centro, pues yo nací y crecí en la calle Burechito o 21, entre carreras 8 y 9 y en 1975, ni porque ese año culminaron y entregaron la avenida del Ferrocarril, había sido pavimentada.

Después de los hermanos Vives, vinieron otros a gobernarla y ejecutaron algunas obras importantes, como por ejemplo, Chico Zúñiga, quien construyó los primeros mega colegios y además ofreció garantías de impuestos a inversionistas, por lo que llegaron a la ciudad los grandes centros comerciales, ya que aquí solo había dos supermercados, el Ley y el de Cajamag. Además, trajeron a un arquitecto, quien luego se convirtió en periodista.

También se recuerdan los aportes mínimos, porque en nada contribuirían al desarrollo de la ciudad, de Hugo Gnecco, en sus dos administraciones fallidas. En la primera hizo el puente de La Araña, el cual sólo servía para que la gente atravesara la avenida Santa Rita en tiempos de lluvia, cuando se inunda incluso todavía esa importante arteria. Y la estatua del Pibe Valderrama frente a la entrada del abandonado estadio Eduardo Santos. De sus dos únicas obras símbolos, solo queda en pie la del Pibe.

No obstante y de eso no existe duda, los gobernantes que más aportes le han hecho a Santa Marta, fueron los del movimiento político del ex rector de la Unimagdalena, Carlos Caicedo. Pero ello ocurrió después del 2012

La historia de la gobernanza en la ciudad, a partir de entonces, se partió en dos. Primero, Carlos Caicedo, como alcalde y con un Concejo en contra, dejó trazados los proyectos de obras que se ejecutaron después con los alcaldes del mismo movimiento político, Rafael Martínez y Virna Johnson. Pero como lo que es bueno no dura para siempre, pero sí lo suficiente para ser inolvidable y como nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, ante la avaricia política de los de siempre que buscan como sea el poder, cuando no lo consiguen a las buenas o con el apoyo mayoritario del pueblo, Santa Marta en la víspera de cumplir sus 500 años, quedó en statu quo en obras.