¿Quién da la cara ahora?
En lo que fue un evento de gran pompa y celebración, la administración distrital de Santa Marta, encabezada por la administración de Carlos Pinedo, representado por su secretario de gobierno, Camilo George, se inauguró con bombos y platillos la calle 14 con un pésimo sistema de alcantarillado, un proyecto que se presentaba como un avance significativo para mejorar la infraestructura y calidad de vida en el sector. Sin embargo, tan solo dos días después, la realidad ha dejado al descubierto la cruda verdad: el sistema colapsó.
Los registros de aguas en la zona rebosaron, desbordándose y extendiéndose por toda la vía, generando una imagen de caos y contaminación. Esta situación no solo representa un claro fracaso en la ejecución del proyecto, sino que pone en riesgo la salud de los ciudadanos que a diario transitan por el lugar y de los habitantes del sector.
El pésimo estado del sistema de alcantarillado no es una simple falla técnica, sino una evidente muestra de la falta de previsión y planificación por parte de las autoridades locales. Es incomprensible que el alcalde Carlos Pinedo, su secretario de gobierno Camilo George y la Empresa de Desarrollo Urbano de Santa Marta (EDUS) se hayan mostrado tan orgullosos de una obra que, en menos de 48 horas, ha dejado al descubierto su total ineficiencia.
Lo que fue presentado como una inversión para mejorar la calidad de vida de los samarios, hoy se traduce en una vergonzosa muestra de desorganización y falta de capacidad técnica. ¿Dónde está la supervisión adecuada? ¿Qué garantías de calidad se dieron antes de ejecutar esta obra?
Esta es una clara evidencia de que, en lugar de ver progreso, los recursos de los samarios se están perdiendo en proyectos mal ejecutados que no resuelven los problemas, sino que los agravan. Los ciudadanos de Santa Marta merecen algo más que promesas vacías y obras que no cumplen con su propósito.
Si bien las autoridades municipales deben responsabilizarse de las fallas, lo más urgente es que tomen cartas en el asunto y busquen una solución inmediata antes de que la situación empeore. Mientras tanto, los samarios siguen esperando por respuestas que no llegan, y por una ciudad más limpia y ordenada que parece estar más lejos que nunca.