Por: Diógenes Rosero Durango
Con bombos y platillos se ha anunciado en la ciudad la llegada de nuevos buses para mejorar la caduca flota de articulados del sistema “integrado” de transporte masivo de Barranquilla, Transmetro. La noticia, coincide con un reciente estudio de la plataforma “TomTom”, que cataloga a la ciudad como la más lenta para transitar en 2024 a nivel mundial. Es un desalentador resultado que encaja con la encuesta pulso social del Dane, que nos ubica como la ciudad con segunda peor movilidad en Colombia. Seguimos “a otro nivel” en lentitud urbana los y las Barranquilleras.
Una situación que no nos toma por sorpresa porque son años y años de rezago en políticas públicas en movilidad por parte de las sucesivas administraciones —de la casa Char— lo que hoy nos enfrenta a un caos vehicular que no se lo aguanta nadie. Vivimos frenados. Por eso, la llegada de los buses genera “mucho ruido y pocas nueces”.
Sobre todo, porque la nueva flota (los 15 buses) llega a un sistema público abandonado y degradado. La semana pasada los conductores hicieron paro porque no le pagan la seguridad social y les adeudan 2 meses de salario. Pero, además, los buses existentes carecen de mantenimiento. Por obra de Dios circulan. Ni hablar de las estaciones que ¡aterran!, por su destrucción y mal uso.
Los nuevos vehículos son un pañito de agua que ni mejora la movilidad, ni soluciona de fondo la crisis de Trasnmetro que está: ahogado por las concesiones, la falta de ampliación de su cobertura —solo tiene dos troncales—, la competencia amiga de los mismos operadores —pero, con buses—, y falta de un sistema articulado, lo mínimo que requiere un sistema integrado para funcionar. Como la movilidad de la ciudad, lo que tenemos es un “Trans-Lento”.
Pero si eso no va a mejorar ni siquiera al transporte masivo, mucho menos la movilidad que requiere de acciones básicas que necesitan liderazgo de personas idóneas, no cuotas burocráticas que atiendan los caprichos contractuales del alcalde, como los 15 buses.
Barranquilla debe retomar el proyecto del tren de cercanías que conecte a los municipios de la oriental en un sistema integrado con Transmetro y la movilidad multimodal por el Río; ojo, no la caricatura del Río bus que se quedó como un mini-atractivo-turístico (dos paradas) después de una cuantiosa inversión pública. Mientras Medellín y Bogotá se quejaban frente al gobierno nacional por la falta de recursos para la ampliación de sus metros, aquí, Ana Maria Aljure y Alex Char se fueron para el puente Pumarejo a recibir 4 buses ¡tenaz!
No se hace algo tan obvio como dotar a la ciudad de semáforos inteligentes y exigirle a la concesión que recibe los recursos de semaforización que no solo los limpie y pinte; necesitamos dotarlos de mejor tecnología para su uso peatonal o contraflujos.
También hay que regular la entrada a la ciudad del servicio intermunicipal que contribuye al caos, le compite a Transmetro y a los buses de servicio público ¿Para cuándo las estaciones en la 30, Cordialidad y Vía al mar?, que integren a los pasajeros de los municipios con el sistema integrado de Barranquilla, es lo normal en ciudades modernas como Madrid, Barcelona o París. Se baja uno del tren de cercanías y se sube en el metro de la ciudad, es un tema de organización.
Barranquilla necesita un sistema de movilidad público que genere confianza y modernice a la ciudad. Para sacarla de la postración en la que se encuentra en cuanto a movilidad, va a ser muy complicado a punta de la importación de buses para ponerlos a funcionar en un sistema mal diseñado, mal administrado y que está al borde de la quiebra. Levantará algunos aplausos momentáneos, pero no soluciona la precaria movilidad de la ciudad.