Por Álvaro Cotes Córdoba
Didier, el muerto, y Alfredo (su asesino) eran vecinos desde hacía más de veinte años en el sector residencial de la Ciudadela 29 de Julio de Santa Marta. Solo una casa separaba a las de ellos, en donde ambos vivían últimamente sin más nadie. Didier medía casi dos metros, mientras Alfredo promediaba los 175 centímetros de estatura.
A Didier le gustaba sentarse debajo de un árbol, sembrado en el pretil de la calle, frente a su casa, por las horas de la mañana, al mediodía y a veces por las horas de la noche. Anoche lo hizo. Y mientras veía su celular, dos muchachos pasaron corriendo y uno de ellos le raponaneó el móvil, pero Didier los persiguió y con sus zancadas largas los alcanzó tres cuadras más adelante y pudo recuperarlo enseguida.
Cuando retornaba a su residencia, fue interceptado por el cuadrante de la Policía, el cual le averiguó si iba a poner el denuncio por el hurto del celular, pero de inmediato les confirmó que no hacía falta, porque él ya sabía quién había mandado a los muchachos a robarle el celular.
Alfredo, su vecino y a quien algunos amigos conocen también como el Mono o Juancho Pistola, este último remoquete, porque solía andar armado con una pistola, había estado conversando con un vecino en un parqueadero cercano y se acordó de tomarse una pastilla y por eso se dirigió a su casa.
Cuando iba llegando a su vivienda, Didier, quien volvía con su celular recuperado y una rabia encendida, apenas lo vio se fue contra él y terminaron enfrentándose a los puños y patadas, llevando la peor parte Alfredo, quien después sacó su pistola y accionó su arma de fuego, la cual se disparó en una sola ráfaga, por lo que los demás vecinos, cuando la escucharon, no se imaginaron que había sido una sarta de detonaciones con arma de fuego, sino de totes navideños.
Apenas se supo en la vecindad quién había sido el muerto y su asesino, se confirmó entonces que el final que se esperaba iba acontecer algún día por la intolerancia que aquellos dos vecinos se tenían desde hacía más de cinco años, había ocurrido después de todo…
Didier era un militante comunal, había aspirado a ser edil varias veces y la última vez tampoco quedó. Alfredo es un hincha furibundo del Junior de Barranquilla y a pesar de que no congeniaban con algunas de sus conductas vecinas, los dos compartían la misma filiación política del “Gran Colombiano”.
