POR: REYNALDO MORA MORA
¿Qué concepción de currículo se perfila en una Institución Educativa, IE y qué implicaciones se desprenden de la misma? Debe responder al propósito de hacer de ella, una institución comprometida con su entorno y con la sociedad por la vía de ajustar los saberes a las Problemáticas Sociales, PS, en la búsqueda de plausibilidad en la formación de buenos ciudadanos y en la generación de estructuras académicas contextualizadas y pertinentes, que sean permeables a los cambios del devenir histórico. La premisa es que la organización curricular no sea rígida, para no caer en la petrificación de los contendidos enseñables. La clave consistiría en su ductilidad y su permeabilidad frente a los acelerados cambios, sin olvidar la misionalidad constitucional de los artículos 67 y 95. Entonces tenemos, que cada contexto genera su propio arte formativo, su propia forma de sensibilidad social e imaginación. Cada construcción curricular será el recuento de la sucesión y variedad de la experiencia y actividad de una Comunidad Educativa, CE, de su continua autotransformación en cada momento de la historia de una IE.
Por ello, cada inteligencia formativa de una institución es contundentemente cultural. Cada Institución Educativa debe estar adaptada a su entorno, con su propio estilo biográfico, como su fuente de narrativa. Como estamos estudiando el papel que el contexto juega en el currículo, resulta interesante definir, qué es el contexto. Es la fuerza productora de una sociedad, como espacio geocultural. Es el espacio continuado que marca infaliblemente a una determinada institución. Por ello, comprender el contexto, es comprender la dinámica misional formativa, es comprender lo que una institución hace y quiere hacer en el espacio en que se encuentra, lo que exige del currículo, identificar, cuáles son las necesidades sentidas, las metas y los ideales de esa espacialidad. Es visionar por parte del currículo lo que una sociedad quiere, preguntándose, qué necesidades, qué problemas, qué aspiraciones determinan sus aspiraciones para que ella tenga como realidad, lo que hace la escuela y la universidad, pensando y actuando desde los saberes.
Este conocimiento por el contexto es el conocimiento por las Problemáticas Sociales, proporcionadas por la observación participativa e interactuante que hagan estudiantes y docentes en sus modos de pensamiento y acción. Para lograr lo anterior, el curriculista debe poseer poder imaginativo de alto grado, tal como lo requieren los artistas (Ver mi Tribuna Pedagógica en Internet en el diario La Libertad, “El maestro: un artista”). Tales elementos nos permiten hablar de la dimensión pedagógica del currículo. Tenemos que el currículo es un objeto de conocimiento del contexto en relación con la formación. Por ello, sus características están y estarán orientadas por el tipo de intereses que una institución persigue. Con los elementos que hemos expuesto acerca del Currículo Contextualizado y Pertinente, CCP en nuestros escritos, creemos que es posible arriesgar una definición de esta relación. El CCP es una herramienta que se construye social y colectivamente y se utiliza como parte fundamental en la estrategia de formar integralmente. Representa una síntesis de relaciones, cuyo paulatino enriquecimiento se produce cuando se determinan para el currículo relaciones nuevas y más abarcativas, dándose un nuevo conocimiento transformador.
¿Dónde se origina la idea central del Currículo Contextualizado y Pertinente? Tenemos que la idea de lo que es el currículo y qué es lo hay que entender en su unidad y variedad, su parecido con, pero, sobre todo sus diferencias con otros currículos, socava la doctrina de la identidad de estándares y homogenización del discurso empresarial de las competencias impuesto por los tecnócratas del ICFES y del MEN que solo conciben como crecimiento de una institución el resultado acumulativo de sus famosos índices de calidad. Con el anterior interrogante y el planteamiento anterior, el currículo toma un giro dinámico y se enriquece de las PS. Evidentemente, todas las cuestiones que acabamos de mencionar están estrechamente conectadas. Asimismo, para responder la cuestión general cabrá discurrir qué tipo de concepto ponen en escena las instituciones. Con todo, entendemos que es importante, en pos de la claridad argumentativa, trazar distinciones entre interrelaciones, contextos y PS, tratando los problemas tan separadamente como sea posible. De este modo, pensamos, puede evitarse más fácilmente confusiones conceptuales y prácticas innecesarias.
Este ejercicio de contextualizar lo pertinente en el currículo escolar, ha contribuido a que el discurso de las competencias estandarizantes haya caído en descredito en el ámbito de los educadores críticos. Ese discurso solo se ha dedicado en acompañar el accionar de las empresas para generar mano de obra barata, especulando con ofrecer a los jóvenes una vida buena. Por eso, el CCP debe desplazar esa narrativa oficial-empresarial para pensar en capacidades, vocaciones y talentos de nuestros niños y jóvenes para abordar exitosamente la formación en sus respectivos contextos. Por ello, el CCP se liga con la Investigación Acción Participación Curricular, IAPC, para propiciar la relación entre formación crítica y contexto, entre formación ligada a la teoría y práctica, entre formación y posibilidades para una vida digna y buena. Potenciar a un estudiante hacia un ser humano crítico y como buen ciudadano es la virtud del Currículo Contextualizado y Pertinente. Es la convicción institucional y la del docente. Sin esta virtud, la educación en la Escuela es un engaño, pues, estaremos “formando” seres permisivos frente, por ejemplo, a la corrupción.
Aunque, esta es una virtud educativa democrática por excelencia, no todas las instituciones educativas son iguales, y todo vale según sus misionalidades. Pero, la lucha es por la formación de buenos ciudadanos, lo que significa que a esta formación le interesan las PS. Por ello, podemos afirmar que el currículo es un conocimiento fundado en las problemáticas del contexto. Solo el entorno es analizable en términos de ellas y se le identifica por su ejemplificación misional de impacto social. Esta es la suerte del conocimiento curricular: es el conocimiento de los actores sociales en diálogo con los sujetos educativos. Es la perspicacia comprensiva dentro del poder imaginativo que tengan los docentes con sus saberes, que se obtiene por un alto grado de empatía con el espacio geográfico social-cultural en que se hallan las instituciones educativas. Es el trabajo crítico de una práctica curricular comprometida socialmente.
Esta capacidad representa la comprensión de la educación con la sociedad en la recuperación de su misionalidad para la formación de buenos ciudadanos. Es la recuperación de lo social en el currículo, no como una colección de asignaturas y contenidos, sino un conjunto de temas-problemas enhebrados en el hilo de la práctica pedagógica-curricular transformadora. Debe existir esta capacidad para concebir lo social como formación, pensando, sintiendo y actuando desde esta praxis. No puede ser de otra manera si pensamos como docentes críticos, que las Problemáticas Sociales están al alcance inmediato de la visión propia de cada educador. La identificación de este sentido del conocimiento de lo social se funda sobre la percepción directa que hacen los saberes sobre el mundo social. Por ello, el Currículo Contextualizado y Pertinente con la Investigación Acción Participación, IAPC, son propuestas alternativas para el nuevo acercamiento de la Escuela con el contexto.











