El Carnaval de Barranquilla y la historia de la ciudad han perdido a uno de sus más grandes guardianes. A los 98 años, en la madrugada de este jueves, falleció el historiador Alfredo De la Espriella, un hombre cuya vida estuvo dedicada a preservar el pasado y enaltecer la cultura barranquillera.
Su deceso ocurrió en el Hogar Geriátrico Siervas de Jesús, donde también enfrentó el Alzheimer, enfermedad que fue deteriorando su estado de salud. Sin embargo, su legado permanece intacto en cada rincón de la ciudad, especialmente en el Museo Romántico, su obra maestra y el espacio que mejor representa su amor por Barranquilla.
Aunque nació en Ciénaga, Magdalena, De la Espriella fue, por convicción y pasión, un barranquillero de corazón. Su incansable labor como historiador, cronista y gestor cultural lo convirtió en una pieza fundamental para la preservación del patrimonio de la ciudad.
Desde la Universidad Autónoma del Caribe, donde trabajó junto a su gran amigo Mario Ceballos Araújo, hasta su participación en la Sociedad de Mejoras Públicas, su vocación de servicio siempre estuvo orientada a exaltar la historia y el civismo.
Pero fue en el Museo Romántico donde dejó su huella más profunda. Junto a la familia Freund Strunz, convirtió este espacio en un santuario de la memoria barranquillera, un lugar donde los hitos de la ciudad y el Carnaval permanecen vivos para las nuevas generaciones.
El cronista del Carnaval
El Carnaval de Barranquilla también debe mucho a Alfredo De la Espriella. Durante 59 años, su pluma fue la encargada de escribir los bandos oficiales de la fiesta, decretos simbólicos que marcaban el inicio de las celebraciones.
En 1949, escribió su primer bando, titulado El Sueño del Rey Momo, invitando con energía a los barranquilleros a vivir con alegría la festividad. También creó el Bando de Antaño, una iniciativa para rescatar las raíces y tradiciones del Carnaval, consolidándose como uno de los más grandes cronistas de las fiestas populares.
Además, fue locutor, director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad Autónoma del Caribe y escritor en diversos medios de comunicación. Fundó y dirigió la revista Barranquilla Gráfica, una publicación mensual que en los años 60 y 70 se convirtió en un referente cultural en la ciudad.
En sus últimos años, Alfredo De la Espriella lamentaba la falta de apoyo gubernamental para el Museo Romántico, el lugar que representaba su alma, vida y corazón. Sin embargo, su legado sigue vivo en las páginas de la historia de Barranquilla y en la memoria de quienes valoran el Carnaval y la cultura de la ciudad.
Su partida deja un vacío inmenso, pero su voz sigue resonando en cada bando, en cada relato del pasado y en cada rincón del museo que tanto amó. Paz en su tumba.