El ELN en el Catatumbo: los nuevos señores de la guerra

Diógenes Rosero.

Por: Diógenes Rosero

No hay nada positivo sobre los métodos paramilitares del ELN usados para infundir terror y desplazar población civil de diferentes territorios del país. La fórmula de aniquilamiento sistemático de contradictores políticos en el Catatumbo, basada en ir casa por casa buscando excombatientes o “auxiliadores” civiles de las disidencias de las Farc, supone una nueva tipología de “limpieza” política a la que difícilmente se le puede encontrar denominación.

Además, el método de usar combatientes de otras zonas del país para no sufrir dilemas morales entre los vecinos, es un acto de crueldad que quedará para la historia, como lo afirmaba recientemente el presidente de la República, Gustavo Petro.

Lo que ocurre en el Catatumbo, es una guerra local, en donde se juega a través del poderío militar, la suplantación del estado para el usufructo de un bien estratégico como la coca. Algo que también vivimos hace años con las luchas paramilitares que, como en las guerras postcoloniales por los recursos naturales africanas (Diamantes, coltran…), se quería sacar a la guerrilla de las regiones para tener dominio sobre las rutas del narcotráfico (Los señores de la guerra, Duncan 2006).

Algo que se extendió por todo el país y terminó en una catástrofe humanitaria de 4 millones de desplazados ¿Puede extenderse lo que ocurrió en el Catatumbo a otras zonas del país como ya lo han señalado varios expertos como Ariel Avila?

¿Hay un plan B alternativo a la Paz total? Lo cierto es que, a pesar de la disminución temporal de la confrontación en algunas partes del país, lo que reflejan los hechos del Catatumbo es que los actores violentos han aprovechado las treguas para aumentar su poder, expandir el negocio y ahora en territorios en disputa ¡Estalla la Guerra!

¿Como evitar que haya un efecto rebote y volvamos a vivir un nuevo estallido masivo de violencia en varias zonas en donde los equilibrios de poder o monopolio se han roto? Un gran reto para el gobierno en un año electoral en donde los actores violentos buscarán reacomodarse y mostrar capacidad de incidencia, sobre todo el ELN ¿Hay una hoja de ruta clara sobre lo que se viene, el reconocimiento de los errores y capacidad de respuesta?

No es sencillo redirigir los esfuerzos por los fuertes vínculos del ELN con Venezuela y la retaguardia estratégica que mantienen en ese país. Complicada una persecución en caliente en una frontera porosa con varios kilómetros de distancia y con fuerte permisividad por parte del gobierno vecino.

Por eso las medidas además de militares, deben tener una fuerte integralidad incluyendo el plano internacional, en donde hay que promover el rechazo absoluto a la violencia del ELN y la censura de países cercanos al proceso de Paz. También un llamado interno a la sociedad y sus fuerzas vivas y diferentes instituciones.

Indudablemente, hay que arreciar con los golpes militares, pero además se requiere retomar la hoja de ruta de La Habana, que ya venía golpeada por la Inanición a la que la sometió Duque y que no se le ha dado la importancia necesaria durante el gobierno Petro.

La gobernanza territorial debe activarse incluyendo en la definición de estrategias a los gobiernos locales, una acción más coordinada que identifique riesgos y actuaciones preventivas, como lo vienen solicitando académicos como Trejos y Badillo. Las nuevas guerras territoriales se juegan en los micro poderes locales ligados a las rentas ilícitas, muy alejado de los ideales de lucha por el poder central y conquista por el Estado Nacional. Son expresiones militares en la lucha por la minería ilegal o la coca, en ese sentido, su atención y desarticulación debe partir de la presión militar, entender las lógicas del narcotráfico, el contexto internacional y construir sobre lo construido.