James no llegó. Ahora sí hablemos de los muertos en Barranquilla

Laura Ardila Arrieta.

Por: Laura Ardila Arrieta

Fue la reciente exhibición de una vieja estrategia, en varios actos. En el primero, se conocieron las graves cifras de seguridad con las que cerraron el año Barranquilla y el Atlántico. La ciudad, con el penoso título de ser la capital en la que más aumentaron los homicidios en 2024 (mientras que, en contraste, el mismo dato se redujo de manera destacable en Medellín y Cali). El departamento, rompiendo récord histórico con 948 asesinatos, 150 más que en 2023.

Las masacres entre los atlanticenses fueron “nada más” cinco (dos menos que en 2023), pero siguen dando para ubicar a Barranquilla y su hermana de al lado, Soledad, entre las poblaciones del país en las que más se cometen estas matanzas. Hubo noticia del hallazgo de tres cuerpos desmembrados, y el listado de las víctimas que se atrevieron a denunciar la extorsión incluyó hasta a los vendedores callejeros de butifarras.

Enseguida, se empezaron a escuchar algunos cuestionamientos al grupo Char que manda tanto en Barranquilla como en el Atlántico. De ciudadanos en redes sociales y de las contadas voces críticas que hay en la ciudad. Y hasta El Heraldo, el diario más grande del Caribe, que por años ha guardado relación y ha sido funcional a los intereses del charismo, publicó un editorial este 5 de enero escandalizado por el desbordamiento del crimen. “Hemos tocado fondo”, señaló el periódico, que llamó con nombre propio al alcalde Alejandro Char y al gobernador Eduardo Verano a sacudirse. Ese fue el segundo acto del cuento consabido.

En el tercer acto, también por los primeros días del año, las élites que controlan todo —todo— lo que pasa en la ciudad comenzaron a hablar en voz alta de la posible contratación de James Rodríguez en el Junior. De manera poco usual en el negocio del fútbol colombiano, el mayor contratista de la era charista, Christian Daes, dio detalles de la movida en su cuenta de X: “Ya tengo el teléfono sin batería de tanto hablar”, escribió para histeria alegre de los hinchas. Mientras, el dueño del equipo, el magnate y patrón, Don Fuad Char, advertía en medios que iba a pelear “hasta el último minuto” para lograr el fichaje. Entonces el alcalde, que hacía semanas tenía en función limitada las respuestas en la misma red social, las volvió a habilitar anunciando: “¡Sería una alegría bien linda para toda Barranquilla!”. Después, en la inauguración de un parque en el Suroccidente, comentó por micrófono: “Esperemos que salga bien lo de la contratación de James; allá está mi papá en Medellín. Si se da es día cívico, pero si no, ¡también!”. Los aplausos de las decenas de habitantes de barriadas presentes en el evento se encendieron. El Suroccidente es la localidad de Barranquilla en la que más se registraron homicidios este diciembre.

Los titulares cambiaron. Al final, James escogió irse al Club León en México (que lo recibió con un video al son de En Barranquilla me quedo), muchos junioristas desilusionados le lanzaron odio por redes, y un comerciante terminó encartado con cien camisetas del Junior en las que había mandado a estampar el nombre del jugador; pero el último acto de la estrategia fue ese: los titulares que cambiaron. Es la ratificación de una fórmula política de circo y fútbol, hasta ahora infalible para los Char. Ya la habíamos visto, por ejemplo, cuando en medio de un discurso en 2008, Álex Char informó la compra de Giovanni Hernández para desaburrir a la gente, o cuando en 2017 anunció él mismo por redes el fichaje de Yimmy Chará, también en medio de un alza importante de asesinatos en la ciudad.

Ojalá ahora las personas inquietas por el asunto de la seguridad despierten la conversación. Pasado el capítulo James, el alcalde anunció que el Carnaval este año será en homenaje a Shakira y que hará una estatua para Sofía Vergara en el Malecón.