Fines de la educación: su aplicación efectiva en las instituciones educativas

Por: JAIME RAFAEL CORONADO LECHUGA*

Recientemente en mi primera clase del Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad del Atlántico, el ilustre Doctor Reynaldo Mora Mora, quien fue nuestro profesor en esa primera sesión (realmente es un verdadero sabio y maestro de la educación), nos decía que la Constitución Política de 1991 era la primera Constitución educadora en la historia de Colombia, porque precisamente se preocupaba por darle un lugar de privilegio a esta, dejando atrás constituciones conservadoras y más que eso sin ninguna importancia para la educación. El Doctor Mora, nos decía que el constituyente del 91 le dio una gran importancia a la educación, muestra de esto es el artículo 67 de nuestra Carta Magna, cito literalmente el apartado que demuestra la importancia dada: La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente. El Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica…”.

Pero, como si lo anterior no fuera suficiente, en 1994, el Congreso de la República expide la Ley 115 de 1994 y en su artículo 5, establece unos fines de la educación, los cuales van de la mano, complementan el articulo 67 o le dan vida a este. Por cuestiones de espacio resumiré que el artículo 5 de la Ley 115 de 1994, entre otros fines, señala: “El pleno desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos. La formación en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad…”.

A todas luces, es innegable que los fines de la educación son una hermosa declaración de intenciones, pero que debemos aterrizar en las aulas e instituciones educativas, he aquí el meollo del asunto y más que eso, ¿cómo lo logramos? ¿Por qué no se ha logrado? Y un número más de interrogantes. Considero, que la responsabilidad es de todos los que conformamos el sistema educativo, comenzando por el Estado que no procurado su aplicación y se ha dedicado a cumplir un papel pasivo y solo de supervisión de temas administrativos (cobertura, relación técnica estudiantes-docentes, índices de reprobación o desertores, etc.), olvidando formar desde las universidades a los futuros maestros en la importancia de estos fines, los cuales considero el corazón mismo del proceso educativo, que gran oportunidad se ha perdido y se perderá sino formamos a los nuevos maestros en este tema, porque los fines lo que propone al final del día es formar ciudadanos íntegros, comprometidos con su sociedad, ambiente y que sea capaz de transformar realidades, nada de conocimientos abstractos, sino transcendentales.

Pero, los docentes, también tenemos nuestra cuota de responsabilidad, porque de alguna manera nos hemos conformado con lo recibido en la universidad y nos hemos sido capaces de volvernos críticos del actual sistema educativo y sobre todo abanderados de los fines de la educación, olvidando (tal vez por los ajetreos diario de la profesión) que de volver vida los fines de la educación en cada aula colombiana daremos el verdadero salto de calidad que tanto añoramos, calidad que se confunde con pruebas estandarizadas como las “Pruebas Saber 11” y pruebas internacionales como PISA, ambas pruebas descontextualizadas para la realidad de los estudiantes colombianos y del sistema en general.

De igual forma, a los padres también les caben responsabilidad, porque la misma constitución le dio responsabilidad en la educación de sus hijos, pero estos han fallado y solo han “transmitido” a sus hijos la mal llamada “cultura del vivo”, tan evidente en las elecciones, donde por una suéter, pastel y dinero venden su derecho a votar libremente y terminan eligiendo al mejor pagador de votos y no al de mejor programa. En más de una ocasión he reflexionado con mis estudiantes sobre esta práctica ruin y más de uno me ha dicho: “Profe, venda el voto o no, igual se van elegir los mismos de siempre”. Los educadores tenemos mucho que trabajar, porque la educación no puede ser siguiendo el reflejo de esta sociedad dañada, debe ser la esperanza de transformaciones o cambios que le apunten a una mejor sociedad y por extensión un mejor país.

Ahora bien, en el título de esta columna me pregunto: Fines de la educación: ¿para cuándo su aplicación efectiva en las instituciones educativas colombianas? Y me atrevo a responder cuando los actores educativos tomemos conciencia que la enseñanza y el aprendizaje no es más que la aplicabilidad de estos fines en el aula, que las áreas, asignaturas y temas (contenido programático) no son más que el vehículo perfecto para alcanzar los fines de la educación.

Pero, el cambio no va a venir solo, llegará cuando cambiemos aspectos importantes, tales como el currículo, el eje central del campo educativo, no más currículos y de pasos Proyectos Educativos Institucionales (PEI) copiados, sin sentido, construidos para cumplir con la norma, pero que no visionan cambios, entre otras cosas, porque quienes participan en la elaboración de los  currículos no tienen claros que es el currículo y si las bases están mal, toda la estructura estará mal y más temprano que tarde colapsará. En este punto quisiera compartir la definición de currículo del Doctor Reynaldo Mora, la cual si apunta aterrizar los fines de la educación.” El Currículo es el conjunto de posibilidades formativas que, una institución educativa selecciona, identifica, jerarquiza y prioriza, pensando en la formación integral.”

Comparto la importancia del currículo dada por el doctor Mora y agregaría que es el alma de una institución, donde convergen todos los procesos de esta, debe tener en cuenta el contexto y nacer del aporte de todos los estamentos educativos. Finalmente, docentes: ¡A cambiar para cambiar nuestro sistema educativo y hacer de los fines educativos una realidad!

*Estudiante del Doctorado en Ciencias de la Educación-RudeColombia, Universidad del Atlántico.