[EDITORIAL] Expectativas para el 2025

Al comienzo de cada año en Colombia siempre surgen  conjeturas respecto a lo que serán para el país las metas por cumplir en el año que se inició ayer y a lo primero que acuden los eruditos en la materia para consolidar su análisis, es al resultado de las últimas encuestas, confiriéndole especial importancia a aquellas que señalan el desempleo como uno de los grandes  problemas colombianos,  el mismo que es considerado en ciertos círculos como un asunto fácil de resolver, pero que se ha convertido en difusor  de la pobreza y a exigir la atención prioritaria del Estado, no necesariamente a través de las permanentes reformas tributarias de los últimos años.

Las cifras sobre desempleo en Colombia conocidas recientemente, produjeron cierta incredulidad y originaron más de una controversia, dando lugar a incertidumbres y confusiones.

Ahora se trata de saber si los recientes análisis del Dane son confiables, si el dogma aquel que afirmaba que el crecimiento económico siempre genera empleo y desarrollo social y si es necesario revisar el modelo económico del actual gobierno para lograr reducir la inequidad en la sociedad colombiana en el 2025; hay que reconocer los esfuerzos por combatir la violencia de todo orden, así como los logros obtenidos en algunos rubros de la inversión social.

Esa es la parte positiva del asunto, frente a ella, están las cifras que hablan de la reducción de miles de empleos durante los últimos dos años, del crecimiento de la informalidad y de la continuidad en la crisis que afecta el trabajo en el campo colombiano, lo que lo convierte en permanente traslado de mano de obra no calificada hacia las ciudades, como es el caso de Barranquilla.

Otros conceptúan que el aumento de la actividad económica significará en el 2025 más ingresos para el Estado, lo que se está reflejando en el incremento del gasto social del que nos han venido hablando últimamente.

Consideramos que estos son elementos básicos que seguramente prevalecerán en las discusiones que ocuparan a los colombianos en el presente año, discusión que tiene que ser superada, a partir de reconocer que algo no funciona como debería, por lo que se corre el peligro de aumentar las desigualdades, mientras una gran mayoría de colombianos depende cada vez más de los programas gubernamentales, porque parecen cerrarse las oportunidades que garantizan una sociedad más sana y equilibrada.

Es allí donde se pone de relieve la necesidad de revisar el modelo económico colombiano en el año que se inicia; porque no nos parece lógico que crezcan los mercados externos y la demanda agregada de las familias, mientras el empleo formal y estable disminuye.

Por eso esperamos que en el 2025 se cumplan los deseos de muchos de nuestros lectores agobiados por el desempleo, el desplazamiento, el secuestro, el hambre, la falta de oportunidades para estudiar y para forjarse una mejor existencia.

Los colombianos en general como sociedad compartimos expectativas y metas en común para el año 2025, particularmente para el caso de los barranquilleros y atlanticenses, las perspectivas son positivas, aunque no se puede negar que en nuestro departamento siguen siendo abundantes los problemas por resolver, los que con toda seguridad estarán en la agenda de nuestros gobernantes Alejandro Char y Eduardo Verano De la Rosa.