Aumento de homicidios, extorsiones y desempleo marcaron el cierre del 2024 en Barranquilla, reflejando una alarmante crisis de seguridad y economía que preocupa a expertos y ciudadanos. Un economista nos da una mirada hacia las razones de esta problemática en Noticias con Libertad.
Por: Redacción Web.
Diario La Libertad.
El año 2024 concluyó dejando en evidencia serios desafíos para Barranquilla en materia de seguridad y empleo, dos pilares esenciales para el bienestar social y el desarrollo económico de cualquier ciudad. Con índices preocupantes de homicidios, extorsiones y desempleo, la capital del Atlántico enfrenta una compleja situación que ha generado una sensación de desesperanza y vulnerabilidad en la ciudadanía, especialmente en los sectores juveniles y populares. Para analizar esta problemática, el economista Jorge Vergara Carbó ofreció su perspectiva en una entrevista concedida a Noticias con Libertad, destacando factores clave detrás de esta crisis y posibles vías de solución para el 2025.
Vergara señaló que, a pesar de la prohibición del uso de pólvora, «Barranquilla tuvo una Navidad y un 31 de diciembre marcados por una cantidad significativa de pólvora que no habíamos visto en años anteriores». Esto, sumado a los altos índices de inseguridad, refleja una ciudad «copada por el temor ciudadano», una situación que se repite en toda Colombia y que, según el experto, se ha convertido en uno de los puntos más críticos del gobierno nacional.
Incremento de impuestos y una economía bajo presión
Otro tema destacado fue la economía local. Según Vergara, aunque el alcalde Alex Char presentó cifras positivas sobre el incremento de los ingresos municipales, este aumento no obedece a una gestión eficiente, sino al incremento de impuestos establecidos en los estatutos tributarios aprobados durante las administraciones de Jaime Pumarejo y Char en 2023 y 2024, respectivamente. «Duplicaron los impuestos en el Estatuto Tributario y luego aumentaron el impuesto de industria y comercio, lo que generó fuertes debates», afirmó. A pesar de los mayores recaudos, Barranquilla enfrenta una crisis financiera severa, caracterizada por un alto nivel de endeudamiento y una iliquidez que impide, incluso, el pago a contratistas.
El problema se agrava debido a que «la Alcaldía no publica en su página web la ejecución presupuestal a diciembre de 2024, lo que genera dudas sobre la transparencia de los datos». Además, proyectos clave como el Caño de La Auyama y Ciudad Mallorquín, financiados con recursos gestionados en administraciones anteriores, han sido mostrados por Char como logros propios, situación que Vergara desmiente categóricamente.
Crímenes, desempleo y miedo: La crisis que ahoga a Barranquilla
La ciudad de Barranquilla enfrenta una de sus etapas más críticas. Según el economista Jorge Vergara Carbó, quien ha analizado a fondo la situación, la urbe se encuentra sumida en un espiral de crímenes, extorsiones, atracos y un miedo colectivo que paraliza a sus habitantes. Además, califica la localidad como la capital de los «ninis» (jóvenes que ni estudian ni trabajan), destacando que la Localidad Suroriental, lejos de ser un lugar atractivo, genera terror tanto para residentes como para visitantes.
La realidad social y económica de la capital del Atlántico revela una ciudad atrapada entre la violencia, la precariedad laboral y una profunda falta de oportunidades.
Vergara critica la estrategia de “maquillaje” que prioriza una política de cemento con obras de infraestructura mientras se desatiende la inversión social. Este enfoque, según su análisis, perpetúa el ciclo de desigualdad, pobreza y delincuencia. «Para alcanzar una verdadera Paz Total, se necesitan gestores de paz urbana que aborden los problemas estructurales de la ciudad», puntualiza.

Estadísticas que alarman
En 2024, la ciudad alcanzó varios récords negativos en indicadores sociales. El más preocupante es la tasa de desempleo, que subió del 8,8% al 11,7%, contrastando con la reducción nacional que cerró en 8,2%, según cifras del DANE. La situación es especialmente grave entre los jóvenes, con un desempleo que alcanza el 24,3%. Asimismo, la informalidad laboral afecta al 55,2% de la población económicamente activa, lo que significa que más de la mitad de los trabajadores carecen de estabilidad y protección social.

En términos de criminalidad, Barranquilla ocupa el tercer lugar después de Bogotá y Cali, según un informe de la Fundación Paz & Reconciliación. Además, de acuerdo con la agencia Strategos BIP, se posiciona entre las 50 ciudades más peligrosas del mundo. El dato más alarmante es el incremento del índice de homicidios, que creció un 16,2% en comparación con 2023, mientras que a nivel nacional esta cifra disminuyó en un 2%. En total, se registraron más de 450 muertes violentas, incluyendo varias masacres.
La extorsión, otro flagelo de la ciudad, alcanzó un histórico 59,7% de aumento, comparado con el 20% a nivel nacional. Este fenómeno afecta a comerciantes, docentes, transportadores y hasta vendedores ambulantes, quienes son amenazados y obligados a pagar bajo la sombra del terror. “El mismo presidente Petro señaló a Barranquilla como la capital de la extorsión y, peor, de la violencia homicida”, resaltó el experto en seguridad Arturo García Medrano.
Una ciudad atrapada en el caos
La Localidad Suroriental de Barranquilla es un ejemplo palpable de esta crisis. En 2024, registró 108 crímenes, es decir, un delito cada tres días y un homicidio intencional cada cuatro. El barrio Rebolo, conocido por su tradición cultural, fue el más afectado con 36 casos, dejando 35 muertos y 23 heridos. Aunque estas cifras son ligeramente inferiores a las de 2023, la situación sigue siendo crítica.

La Defensoría del Pueblo, a través de su plan de Alertas Tempranas Estructurales, ha identificado una compleja red de organizaciones criminales que operan en la región. Estas estructuras, como Los Costeños, Los Rastrojos y Los Vega, tienen vínculos con carteles trasnacionales como el Tren de Aragua y el Cartel de Sinaloa, lo que agudiza la violencia. Además, pandillas juveniles se disputan el control territorial, sumando caos a la ya frágil convivencia barrial.
Propuestas para un cambio estructural
Vergara subraya que es urgente activar las gestorías de paz urbana para mitigar la violencia y fomentar la integración social. Ejemplos exitosos en el pasado, como las iniciativas del padre Bernardo Hoyos en los años 80 para desactivar pandillas juveniles, demuestran que es posible recuperar la cohesión social mediante educación y organización comunitaria.
Patricia Daza Rivera, alcaldesa de la Localidad Suroriental, propone reactivar los frentes de seguridad comunitarios y crear mesas de trabajo con la población más vulnerable. Por su parte, Evaristo Lara, presidente de Asocomunal, enfatiza que la falta de oportunidades para los jóvenes y la ausencia de autoridad son las principales causas del caos social. “La pasividad del gobierno local es alarmante”, denuncia.

Ante este panorama, Barranquilla al cierre de 2024 enfrenta una desalentadora situación, marcada por el aumento de la criminalidad, la crisis económica y una administración cuestionada. Los retos para el 2025 son inmensos, y requieren de una estrategia integral que priorice la inversión social y el fortalecimiento institucional. La inseguridad no solo mina la confianza ciudadana, sino que también limita el desarrollo económico y social de la ciudad.
Es crucial que las autoridades locales y nacionales adopten medidas efectivas para frenar la criminalidad y generar oportunidades de empleo dignas. La participación activa de la ciudadanía y el fortalecimiento de las veedurías son esenciales para garantizar la transparencia y la eficacia en la gestión pública. Solo así Barranquilla podrá aspirar a un futuro más seguro y próspero.
Y.A.