Soledad, un municipio enclavado en el departamento del Atlántico, se presenta ante el mundo como la puerta de entrada a la región, tanto por aire como por tierra, para turistas que vienen de Bogotá, Santa Marta y otros destinos.
La ciudad, cuyo malecón es promocionado globalmente como un punto de atracción, debería ser una joya de la costa atlántica. Sin embargo, la realidad que enfrentan sus habitantes es otra: la ciudad está sumida en un mar de basura. https://www.procuraduria.gov.co/Pages/juez-razon-procuraduria-caso-botaderos-cielo-abierto-atlantico.aspx
La contaminación ambiental se ha convertido en una amenaza constante. Los habitantes de Soledad viven rodeados por una nube de olores nauseabundos, provenientes de la descomposición de animales, residuos domésticos, excrementos y gases tóxicos vertidos por empresas que operan sin control alguno. Este problema no es nuevo, sino que es el resultado de años de desidia y de una administración local incapaz de enfrentar la crisis.




Es común ver basura acumulada en las calles, en los alrededores de colegios, hospitales, cañadas y ciénegas. Las toneladas de desechos no solo afectan la estética de la ciudad, sino que también constituyen un grave riesgo para la salud pública. Los residentes viven día tras día respirando aire contaminado y enfrentando enfermedades derivadas de esta insalubre situación.
Las empresas encargadas de la recolección de basura en Soledad, algunas de ellas con contratos jugosos con la administración local, carecen de los equipos adecuados. No hay suficientes compactadoras ni containers, y los trabajadores que se encargan de la recolección carecen de herramientas básicas de protección, como guantes, máscaras y uniformes adecuados. La falta de inversión en infraestructura y en el bienestar de los trabajadores solo agrava la situación.



El incumplimiento de la administración local es evidente. Mientras Soledad sigue siendo promovida como un destino turístico, la realidad de sus calles y barrios cuenta otra historia, una de abandono, desorden y negligencia. Los ciudadanos, atrapados en este círculo vicioso de basura y contaminación, esperan que algún día sus gobernantes tomen medidas efectivas para rescatar a la ciudad de su deterioro y devolverle la dignidad que merece.