*La tradición de recibir estos obsequios une a familias enteras en momentos de alegría y gratitud.
Redacción Sociales
LA LIBERTAD
Como es tradición, este 25 de diciembre las calles, parques y terrazas cobraron vida con el bullicio de los más pequeños, quienes desde las primeras horas de la mañana salieron emocionados a estrenar los regalos que el Niño Dios dejó bajo el árbol de Navidad, renovando una tradición que atraviesa generaciones y que, en cada risa y juego, recuerda la verdadera esencia de las festividades.
En cada barrio y sector, la alegría que trae la ilusión e inocencia se manifestó en bicicletas, patinetas, balones, muñecas y otros divertidos juguetes que parecían cobrar vida en las manos de quienes con total satisfacción y amor los disfrutaban, abrazando la magia de estas fechas en su forma más pura y real.
Sin embargo, las risas de los niños y niñas no fueron las únicas protagonistas, pues una tradición como esta también destaca el esfuerzo silencioso de muchos padres que durante meses trabajan con dedicación para cumplir los sueños de sus hijos, convirtiendo cada obsequio en un símbolo de amor y sacrificio, lo que sin duda trasciende lo material.



Aunque los regalos varían desde juguetes tradicionales hasta dispositivos tecnológicos, el espíritu de esta popular fiesta, que tiene como propósito hacer que los más pequeños se sientan especiales y demostrarles que sus sueños pueden hacerse realidad, no cambia.
En medio de esta celebración, los adultos reflexionan sobre la importancia de conservar esta inocencia en tiempos de cambios vertiginosos.
“Es bonito ver cómo todavía hay niños que creen en el Niño Dios, que lo esperan con ansias y que confían en que las buenas acciones tienen grandes recompensas. Creo que mantener esa ilusión es fundamental porque fortalece la fe y los valores en todos los hogares”, afirmó uno de los visitantes al Gran Malecón del Río.
La salud: el mayor regalo para muchos
Una difícil realidad es que no todos los niños tienen la dicha de disfrutar esta fecha desde la calidez de sus hogares, pues hay quienes en hospitales y centros de salud luchan por su bienestar en medio de condiciones que ponen a prueba su fortaleza y la de sus familias.
Para ellos la Navidad se vive de manera distinta, pero no por ello menos especial. En estos espacios también se esfuerzan por mantener viva la ilusión, además de las diferentes iniciativas y actividades llenas de afecto que llevan fundaciones y familias, para recodarles que, incluso en la adversidad, la magia y la esperanza pueden encontrar su lugar.

