Crisis del agua en Santa Marta: Alcaldía y Concejo en riesgo de llevar a ESSMAR a la quiebra

La crisis del agua en Santa Marta se profundiza con una polémica decisión que podría poner en peligro la continuidad de la empresa pública ESSMAR ESP.

La reciente aprobación en primer debate del proyecto en el Concejo Distrital, que autoriza al alcalde Carlos Pinedo la prestación del servicio no domiciliario de alumbrado público, ha desatado un fuerte rechazo en la comunidad, que ve en esta medida un intento de despojar a ESSMAR de sus recursos, con el fin de favorecer negocios privados.

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El proyecto, impulsado por la ponencia positiva del concejal Alejandro Santos Durán, busca concesionar nuevamente el servicio de alumbrado público a manos del Distrito, lo que se interpreta como un paso más hacia la privatización de servicios esenciales para los ciudadanos.

«Lo que se está buscando es quebrar a ESSMAR para transferir el negocio del alumbrado público a intereses privados, lo que tendrá un costo alto para los santamarios», señaló un líder social, visibilizando la preocupación por la falta de compromiso con las soluciones a la crisis del agua.

La crítica principal recae sobre el aparente interés del alcalde y algunos concejales en promover el negocio privado del alumbrado público, sin importar las consecuencias que esto traerá para la ciudad. «No les importa la situación del agua, ni el colapso del sistema de alcantarillado, ni mucho menos el pésimo servicio de aseo. Solo están enfocados en sus propios negocios», agregó el líder.

La situación se vuelve aún más alarmante debido a la convocatoria a sesiones extraordinarias del Concejo Distrital, en pleno periodo navideño, cuando la atención de la ciudadanía está centrada en las festividades, lo que podría facilitar que el proyecto pase desapercibido y sea aprobado sin un debate público adecuado.

La estrategia parece estar dirigida a acelerar el proceso antes de que los ciudadanos se den cuenta de las implicaciones de esta medida.

La comunidad de Santa Marta se enfrenta a una encrucijada, donde el futuro de los servicios públicos está en juego, y el temor a regresar a las concesiones privadas del pasado se hace cada vez más palpable.

Con la situación de ESSMAR en la cuerda floja, muchos temen que esta decisión no solo agrave la crisis del agua, sino que también signifique un retroceso en los avances logrados en la gestión pública de los servicios esenciales.