Hace un año, el 20 de diciembre de 2023, se concretó el canje entre el gobierno de Nicolás Maduro y la administración de Joe Biden, que permitió la liberación del empresario colombiano Alex Saab, acusado de ser testaferro del presidente venezolano, a cambio de la liberación de 10 ciudadanos estadounidenses y 20 presos políticos venezolanos. Sin embargo, un análisis del contexto político posterior sugiere que este intercambio no generó beneficios tangibles en términos de resultados políticos, especialmente a la luz de la polémica elección presidencial venezolana de julio de 2024.
Saab, detenido en 2020 en Cabo Verde y extraditado en 2021 a Estados Unidos, había sido señalado por Washington por sus supuestos vínculos con el lavado de dinero y el soborno de funcionarios venezolanos. El gobierno de Maduro, por su parte, lo había presentado como su “enviado diplomático para asuntos humanitarios” y calificó su arresto de «secuestro». Según reportes no oficiales, el canje fue el resultado de conversaciones de alto nivel entre ambas naciones en Doha, Qatar, que estuvieron marcadas por la tensión diplomática, pues las relaciones entre Caracas y Washington se encontraban rotas desde 2019.
El Canje y sus Limitados Resultados para la Política Venezolana
Para algunos analistas, el acuerdo sobre el canje de prisioneros no produjo los efectos deseados en cuanto a la transición política que se esperaba en Venezuela. A pesar de la liberación de Saab y los gestos de acercamiento entre ambos gobiernos, el proceso de diálogo entre el chavismo y la oposición no se despegó del estancamiento. La presión sobre Maduro, que algunos veían como una posible palanca para promover concesiones democráticas, no se tradujo en avances sustantivos en las negociaciones.
Los analistas destacan que el canje parecía ser parte de un “paquete” de concesiones entre las dos partes, con la expectativa de que facilitaría una transición política en Venezuela. A pesar de las promesas de mayor transparencia electoral y la realización de elecciones presidenciales en 2024, la ausencia de avances concretos en la agenda democrática genera dudas sobre la eficacia del acuerdo. La controversia se intensificó cuando, tras las elecciones de julio de 2024, se proclamó la victoria de Nicolás Maduro, a pesar de las denuncias de fraude por parte de la oposición, que presentó actas que sugerían un resultado opuesto, en el que los opositores habrían ganado con un margen superior al 36%.
El Impacto de las Sanciones y el Rol de Estados Unidos
Desde un enfoque más amplio, el canje también estuvo acompañado por una flexibilización de las sanciones de Estados Unidos, especialmente en el sector energético de Venezuela. Este gesto generó críticas y dudas sobre el verdadero alcance de las concesiones de parte de Maduro. Según Geoff Ramsey, analista sénior de The Atlantic Council, evaluar los resultados de este canje es complicado. Para Ramsey, el objetivo de la administración Biden no era necesariamente aumentar la presión sobre el gobierno venezolano, sino utilizarla como una herramienta para obtener concesiones clave, entre ellas, la promesa de celebrar unas elecciones presidenciales en 2024.
Sin embargo, la falta de avances significativos en la mejora de la democracia y la represión continua contra los opositores coloca en cuestión la efectividad de esta estrategia. En este sentido, el canje de Alex Saab podría haber servido para suavizar la relación bilateral entre los dos gobiernos, pero sin generar una transición política real ni beneficios palpables para los venezolanos que demandan cambios estructurales en su país.
Un Acuerdo que Permanece Bajo la Lupa
A un año del canje de Saab, el balance político parece ser ambiguo. Mientras algunos argumentan que la liberación de prisioneros y la flexibilización de sanciones podrían haber dado un respiro a la situación de los detenidos y sus familias, otros señalan que los efectos sobre la política interna de Venezuela son limitados. El acuerdo, que en su momento se vio como un paso hacia una eventual transición política, parece haber dejado sin cumplir una de las expectativas más importantes: una verdadera apertura democrática en el país.
En este contexto, las negociaciones sobre Venezuela y el futuro del país continúan siendo una cuestión de gran incertidumbre.