Impuestos e inversión social

Orlando Andrade, columnista.

Por Orlando Andrade Gallardo

El eje principal de toda democracia es la controversia, la discusión y el verbo para aclarar las ideas y proyectos que beneficien a los ciudadanos y desde los municipios más pequeños del país, los concejales deben  debatir los acuerdos, para su aprobación o rechazo; igual sucede en las asambleas departamentales con las ordenanzas. Pero en el Congreso de la República que debe ser el ejemplo de este principio democrático, sin conocer la iniciativa, estudiado y menos discutido, anuncian que no la aprobarán. Uno de los proyectos de gobierno que más exige discusión y estudio son las reformas tributarias por sus dos componentes que tocan las finanzas, como son el gasto público y los impuestos, ambos determinantes para el funcionamiento del Estado. Los tributos desde siempre son la piedra en el zapato para los contribuyentes porque afectan sus rentas, pero sin impuestos no hay inversión social  para atomizar el gran problema de desigualdades que carcome al 80% de los colombianos. Sin impuestos no hay desarrollo y  existe la experiencia que el país más poderoso económicamente, disminuyó  las desigualdades sociales con imposiciones tributarias en forma regulada a los grandes capitales y los resultados están a la vista, el gobierno Petro ha tratado de lograrlo con las reformas, pero los enemigos del presidente las sabotean. Colombia es el país menos exitoso de la región en programas puntuales para disminuir la equidad, debido a sistemas de gobiernos ortodoxos de derecha y  economías controladas por los 21 gremios empresariales.

Los colombianos no olvidamos que desde el gobierno de Gaviria se inició el desorden de la política neoliberal de enajenar el patrimonio del país a los privados para evitar los engorrosos trámites de las reformas tributarias y solucionar huecos fiscales, en este periodo fueron concesionados los puertos y estuvo próximo de entregar el Sena a las Cajas de Compensación. En el gobierno conservador de Pastrana, Corelca y otras empresas estatales; Uribe Monómeros productora de insumos para el sector agrario; Santos Isagen y Duque, fue peor, endeudó el país con préstamos supermillonarios en dólares a corto plazo y la deuda externa pasó de 48 a 62%. Algunos mandatarios han pretendido vender a Ecopetrol, pero el sindicato no lo ha permitido, en el gobierno del cambio jamás se ha mencionado la venta de ningún activo.

Lo que debemos tener claro es que debatir sobre las finanzas del Estado no es una abstracción y conflictos de parejas entre esposos, sino de los recursos para financiar programas e inversión social dirigidos al desarrollo del país. No haber aprobado la Ley de Financiamiento, deja un sabor amargo en la opinión pública, por las fatales consecuencias para adelantar programas sociales en viviendas, subsidios en servicios públicos, transición energética, en educación el departamento deja de recibir $336.035 mil millones, por la arrogancia de los saboteadores que la comunidad los tiene identificados para ignorarlos en las próximas elecciones. La presentación al Congreso de pactos tributarias para ajustes fiscales y cumplir con las obligaciones a las comunidades vulnerables es recurrente en todos los gobiernos y normalmente se realizan concertaciones con la oposición, pero en esta ocasión no atendieron el debate y menos estudiaron los propuestas.  

El lobby en el Congreso de la República para hundir la propuesta, lo encabezó el presidente de la Andi declarado opositor  del gobierno Petro en todas sus iniciativas, denunciándolo no solo en el país sino en los foros internacionales. En los días de discusión corrieron ríos de mermeladas por los pasillos del recinto por cuenta de los propietarios de apuestas on line que no tributan al fisco nacional sobre sus enormes utilidades que reciben diariamente. En la Ley de Financiamiento había un artículo señalando un justo gravamen del 19% sobre sus ganancias y lo más seguro es que este articulito originó el hundimiento de la iniciativa, la reforma no tocaba los bolsillos del ciudadano de a pie como lo satanizaron los medios de comunicación. Finalizado el año, podemos asegurar que jamás en la historia política moderna colombiana,  ningún gobierno ha sufrido tantas aberraciones, oposición y obstrucciones  malsanas en los proyectos de reformas,  como la administración actual, lo peor es que no enfrentaban los  debates y se hundían  por  ausentismo parlamentario.