El 26 de junio de 2006, la tranquila Aracataca, cuna de Gabriel García Márquez, vivió una jornada histórica que marcó un antes y un después para sus habitantes.
En medio de un debate apasionado, la propuesta de cambiar el nombre del municipio para agregarle la palabra Macondo, inspirada en la famosa localidad ficticia de Cien años de soledad, no logró el respaldo necesario. La consulta popular convocada por el alcalde de ese entonces, Pedro Sánchez, se convirtió en una encrucijada para la identidad del pueblo.
La propuesta del alcalde Sánchez surgió como parte de un plan para fomentar el turismo y generar ingresos para la región, aprovechando la fama mundial del escritor y la resonancia de su obra más emblemática. Sánchez, quien había viajado a Europa, observó que muchas personas, aunque desconocían ciudades colombianas como Bogotá o Medellín, sí sabían de Macondo, el ficticio pueblo de García Márquez. “Tenemos que utilizar a Gabo en el buen sentido de la palabra para generar recursos”, declaró el mandatario.
Con la convicción de que esta acción podría transformar a Aracataca en un destino turístico, el alcalde organizó una consulta popular para que los habitantes votaran a favor de agregar el nombre Macondo al de su municipio. La propuesta fue oficializada ante la Asamblea de Magdalena, y Sánchez, acompañado de un gran equipo, mandó a colocar una valla en la entrada de Aracataca que decía: “Bienvenidos a Aracataca-Macondo, tierra del realismo mágico”.
A pesar del fervor del alcalde y el entusiasmo de algunos de los habitantes, la propuesta encontró resistencia en muchos de los cataqueños. Entre los opositores estaba Efraín Oliveros, quien consideraba que “eso es el nombre de un palo y no suena bien”. También se unieron voces como las de Gregorio Guette Martínez, quien señaló que Macondo era una creación literaria de García Márquez y no una realidad que pudiera atribuirse al pueblo.



Sin embargo, hubo quienes apoyaron la propuesta, como Marco Tulio López, quien argumentó que la sola palabra “Macondo” podría dar mayor visibilidad al municipio. También se sumaron jóvenes como Lina Palma, quien destacó que si bien Aracataca debía mantenerse como tal, agregarle Macondo podría atraer más turistas.
El día de la consulta, la atmósfera en Aracataca estuvo llena de contrastes. Mientras los partidarios de la propuesta organizaban actividades festivas con pancartas y símbolos de Cien años de soledad, los opositores se mostraban reservados y escépticos. A las 3:00 p.m., el proceso electoral cerró y los resultados fueron definitivos: con una participación de apenas 3.592 votantes, muy por debajo de los 7.360 necesarios, la propuesta fue rechazada por la falta de votos.
Aunque 3.342 votaron a favor de la opción Aracataca-Macondo, la abstención hizo que la propuesta no alcanzara la cifra mínima. La celebración que en principio acompañó el evento se convirtió en una reflexión colectiva. “Como dijo Gabito: no joda, alcalde, yo nací en Aracataca y punto”, decía uno de los pasacalles colocados por los opositores.

Al final, el pueblo celebró su identidad intacta, demostrando que, aunque Macondo fue el corazón de la obra literaria de García Márquez, Aracataca no necesitaba cambiar de nombre para seguir siendo el lugar donde nacieron la magia y el realismo de uno de los escritores más grandes de la historia.
Después de la jornada, y con un aguacero que cayó sobre el pueblo, las voces se calmaron y Aracataca volvió a la normalidad. La consulta no alcanzó la cifra necesaria, pero el orgullo de ser la cuna de Gabo seguía intacto en el corazón de sus habitantes.