Como lo hemos reiterado en este mismo espacio editorial, todo servidor público, llámese, Presidente de la Republica, Gobernadores, Alcaldes, Diputados, Concejales o Ediles, que en ejercicio de su poder no dé cumplimiento a las promesas que pregonó durante su campaña, se le puede catalogar como un irresponsable.
Esta expresión muy generalizada en nuestros tiempos, escuchada especialmente entre las gentes pertenecientes a las clases populares, debería ser tenida en cuenta en sus cotidianas meditaciones por los hombres y mujeres públicos y todos aquellos que aspiran serlo.
La sentencia adquiere vigencia en los actuales momentos, por cuanto es abrumadora la mayoría de servidores públicos que se dejan conducir por la ambición, para no perseguir en lo grande o en lo pequeño, otra cosa que la cacería de votos y asegurar de este modo su elección, sin importarle el posterior cumplimiento de los compromisos pregonados durante su campaña.
Promesas que al poco tiempo la mayoría de las veces se olvidan, produciendo la decepción de aquellos electores que durante el debate pusieron todo su empeño, para que el candidato lograra la anhelada credencial que lo convirtió en miembro de la corporación para la que propuso su nombre.
En Colombia son muchos los ejemplos de estas promesas: la entrega de subsidios para viviendas, programas de mejoramiento y titulación de predios de propiedad de particulares víctimas de invasiones.
Algo tendrán que hacer los propios políticos honestos –que todavía los hay– para que la comunidad vuelva a tenerlos como sus verdaderos representantes en los cargos ejecutivos y en los cuerpos colegiados designados a través del voto popular.
Los congresistas, diputados, concejales y ediles, cuando son elegidos adquieren el compromiso de hacer cumplir lo que está previsto en la ley en materia de control político y de veedurías ciudadanas, para garantizar que los contratistas y concesionarios cumplan los compromisos adquiridos con la ciudadanía a través de sus investiduras, para así evitar que se sigan explotando espacios propicios para la coima y las comisiones.