Por: Reynaldo Mora Mora
El trabajo del Investigador Curricular, IC, desde la Investigación Acción Participación, IAPC, con los actores sociales y educativos aparece la mirada creadora cultural. Con este caminar él lee los textos de sus trayectorias. Se trata, del ojo crítico frente a la mirada de los otros, lo que permite conocer el paisaje de sus recorridos, concebido como un mundo en permanente dinamismo, con perspectivas y colores que representan un distinto entramado. Esta es la razón de que no podemos explicar el contexto como si solo fuese un agregado de sensaciones. El encuentro con ese mundo es obra del IC, que puede interpretarlo desde diversos patrones a la manera de cómo se comportan los actores y sujetos. Por tal razón, este investigador es un creador de significados. Lo que hace es crear posibilidades de acercamiento como posibilidades reales del contexto, como nueva interpretación. Entonces tenemos, que esa mirada cultural consiste en saber mirar y observar, porque los métodos para explorar las actividades de los encuentros culturales diferirán de acuerdo con la tarea que se haya impuesto.
El IC se coloca sus gafas culturales que le permitirán registrar todo el caminar de sus investigados: van presentándose de acuerdo con la pregunta por él formulada, para saber cómo hallar la información más interesante. Al respecto Sherlock Holmes decía. “Solo se puede ver lo invisible sí se lo está buscando”. Desde luego, tiene razón. Porque estamos sometiendo la realidad social y educativa de acuerdo con la IAPC a una interviú permanente, entonces, la sagacidad de nuestros proyectos de investigación dependerá del interés por las respuestas a obtener. Este investigador no hace más que prolongar esta capacidad para buscar posibilidades de cómo aprehender las trayectorias de quienes investiga. Su secreto estriba en descubrir en cada actor y sujeto la manera particular de cómo llega en toda su extensión a sus recorridos.Saber auscultar, este es el secreto. Y lo hace con frescura para mirar a un actor o sujeto, y pillar sus memorias, lo concreto de sus relatos, sus conceptos. El IC hace este ejercicio con deslumbrante soltura. Solo así se puede comprender lo que debe ponernos a pensar: la cultura con sus actores y sujetos están ahí, libres de los investigadores. “Vivirlos” es interactuar con ellos. El IC los encuentra, comparte con ellos, reflexiona con ellos. Se trata, de “ver” y leer agradablemente sus realidades. Lo que hace este investigador es saber dirigir su mirada, para que sea fecunda con buena esperanza. Por ello, hay que aprender a ver y saber leer para que haya un conjunto armonioso pensando la Formación Integral desde la cultura con sus actores y sujetos. L a IPAC es una bella forma para saber dirigir la mirada, liberándonos de la tiranía de la parte instrumental de los diseños de investigación.
Como investigadores curriculares sentimos la imperiosa necesidad de acercarnos cara a cara con los actores y sujetos, por ejemplo, los de una Institución Educativa, para conocer sus trayectorias como posibilidades formativas. Ante nuestra mirada una realidad socio-educativa se muestra a nuestro alcance, porque conocerla, es comprenderla, es decir, aprender de ella con nuestras herramientas. Para el Investigador Curricular, comprender y explicar significan un solo proceso, descrito desde dos puntos de vista. Comprender la cultura con sus actores, consiste, en introducirse en el conjunto de la información para su comprensión. Explicar algo es cuando expongo esa información. En este proceso de interacción, la cultura con sus actores y sujetos proporciona información sobre lo que ella representa. Gracias a ella conocemos los contenidos culturales y los dotamos de señas de identidad. Se trata, de operaciones elementales que realiza el Investigador Curricular, como ver, leer, escuchar, porque gracias a ellas enlazamos la realidad con el currículo escolar. Esta es la trayectoria del vuelo de la Investigación Acción Participación Curricular, despejando al IC de sus preocupaciones sobre la cultura, sobre la educación, para construir conceptos y nuevamente va al contexto a retroalimentarse para comprobar sus ideas, o de lo contrario se queda en el “topus uranus” del instrumentalismo frío. A través de estos encuentros, de ir y volver, el contexto cultural se nos presenta con las propiedades de una pista que aporta cultura, con sus tradiciones y valores, como posibilidades que este investigador los aprehende, creando y manteniendo los enlaces entre Escuela y Contexto.
Esta es la realidad que tenemos que querer, porque ella nos abraza como investigadores críticos. Este proceso de aprehensión consiste en dar significado a la cultura y a nuestra intencionalidad investigativa. En efecto, con este aprehender ingresamos al mundo de los significados de la cultura con sus actores y sujetos, en el que se sienten con señas de identidad. El Investigador Curricular vive estos encuentros gracias a la IAPC para darles realidad textual. Este es el mundo de la investigación desde sus vivencias, con la totalidad de sus significados. Atendemos estos encuentros porque nos sirven para precisar la relación de la Escuela con las Problemáticas Sociales. Investigar a través de este caminar es recolectar información y dar sentido. Se trata, de construir sentido, sin engalanar de apariencias nuestro objeto de estudio, con un fuerte vínculo en los encuentros culturales. El IC no puede ser víctima de el espejismo de pasividad de los diseños instrumentales, porque hay un largo camino que debe alumbrarse con la IAPC, como el patrón de energía que insufla a investigador e investigados. Esta nos conduce a la información. Esta señal de luz se convierte en información cuando el investigador sabe leerla, porque esta señal se hace significativa cuando se estrecha con los actores y sujetos.
Sin la IAPC no existe la radiación luminosa que nos arroja la cultura. Esta es la que interesa comprender y explicar, como la más elemental actividad de duración de sentido que queremos dar a nuestra investigación, porque la cultura que percibimos nos revela el sistema de patrones que guardan relación con nuestros objetivos de trabajo. Al IC le resulta fácil explicar los rasgos que le permitan reconocer los rostros de la cultura. Por ello, este investigador debe poseer un esquema flexible y certero. Esto le permite conocer a los actores y sujetos con sus respectivas dimensiones y discusiones. Lo único cierto para este investigador es que debe tener capacidad de reconocer la identidad misional y cultural de ellos, que lo obliga a admitir la existencia de patrones o esquemas de conocimiento y reconocimiento, al que podemos llamar construcciones conceptuales a partir de sus trayectorias, donde el concepto lo podemos definir como un conjunto de rasgos que nos ayudan a reconocer lo idéntico y distinto de esos actores y sujetos. Es una hipótesis para explicar lo que ocurre en una determinada cultura en el reconocimiento de sus rostros en todas sus dimensiones. Y cuando la reconozco, valoro sus sedimentaciones y latencias, sus existencias y conceptos que salen de sus saberes históricos y socioculturales. Entonces, son los actores y sujetos los que me vuelven familiar a ellos, pues, dan sentido a su mundo, para ordenar sus datos, en conjuntos, grupos o categorías. Se trata, de conceptos dinámicos, porque son vividos, que nos permiten integrar la información con su riqueza que se manifiesta al darse los encuentros y su posterior explicación. Por ello, urge la construcción de un ethos caracterizado por valores de la Constitución Política. Es la pauta ordenadora. Es lo sustancial, porque hay que “sacar” del currículo la tecnocracia y el mercantilismo presentes en los procesos de Formación Integral. Es obligado que sospechemos de la orientación instrumental, que es una consecuencia de la verticalidad impuesta por el currículo oficial, que ha convertido la enseñanza y el aprendizaje en un círculo vicioso, que solo procura promover el mercantilismo de las competencias a través de las pruebas estatales. Este círculo aleja la formación hacia la capacidad de convivir con las diferencias. Por lo tanto, hay que desdramatizar ese instrumentalismo que ha llevado a la Escuela a ser un resorte estandarizado de inequidad desde las llamadas “Pruebas de Estado”.
Por ello, la necesidad de abrir el debate sobre esta lógica y sus resultados, y, en este proceso investigativo la IAPC conquista la autonomía para las instituciones educativas, que es una tarea para que se apropien de las mejores posibilidades del contexto. Esta debe ser la orientación. Este debe ser el debate. Este es y debe ser el sentido para formar integralmente. Esta es la razón de interés de la misionalidad de una Institución Educativa, para deslumbrar la capacidad creadora de los estudiantes. Esta es la fundamental forma de enseñanza. Entonces, tenemos, que la IAPC constituye el elemento común unificador, como el motor que dinamiza los procesos de formación, para que se asuma como investigación en aras de satisfacer la comprensión y condición humana, para acabar con el discurso caricaturesco de buenos y malos, que es lenguaje corrosivo de las competencias y de las pruebas estatales.