El permanente caos en el servicio de urgencia de los hospitales, centros de salud y hasta en clínicas privadas de Barranquilla está comprobado, solo se resolverá con un modelo de salud integral para la gente de escasos recursos económicos; ojalá que lo más pronto se pueda resolver este problema.
La forma como se atiende a la gente en el sistema de salud hoy en día es tan caótica y despersonalizada que cuesta trabajo encontrar un directo responsable de tantos fallecimientos en las puertas de los hospitales especialmente en el servicio de urgencias.
No se justifica que en una sala de urgencias los pacientes tengan que pasar varias horas esperando, cuando se supone que sus problemas de salud requieren de atención inmediata.
En la mayoría de hospitales, clínicas y puestos de salud en toda Colombia, se registran niveles de ocupación promedio del 100 por ciento y lo verdaderamente urgente y vital se diluye entre lo menos grave, lo cual pudiera ser atendido por otros canales del sistema de salud.
La principal dificultad es cuando un usuario se siente enfermo y no encuentra solución por la vía ambulatoria, es decir, no logra que su E.P.S. le proporcione una consulta a tiempo, con un médico general que tenga la suficiente capacidad.
Ocurre que estos profesionales tienen restricciones de toda índole que prácticamente les prohíben terminantemente ordenar exámenes y formular medicamentos de los que llaman de alto costo, así sean los únicos que le sirven al paciente para aliviar sus males y terminan remitiendo un caso en teoría sencillo al especialista, cuyas citas –cuando se las otorgan– son para 3 y 4 meses después.
Los usuarios, que no tienen la capacidad para determinar la gravedad de su problema de salud, no esperan y recurren al lugar que legalmente siempre ha de estar abierta, como es el de las Urgencias.
Eso explica el porqué de la congestión en este servicio, lo cual es algo típico de la mayoría de los hospitales del país, a eso se suma otro factor, la hospitalización de pacientes, que transgrede el carácter de estos espacios, donde la atención debe ser ambulatoria. Muchos de estos ‘hospitalizados’ permanecen allí porque sus E.P.S, que también carecen de una red de servicios suficiente, no tienen adónde remitirlos.
Lo más indignante ante semejante panorama, que ni es nuevo ni es desconocido para las autoridades de salud y menos para las E.P.S. es que los pacientes tengan que dar las gracias porque los atienden luego de cinco y seis horas de espera.
En medio de este caos, hay hospitales y clínicas que violando las normas sobre la obligatoriedad de la prestación de urgencias, le tiran la puerta en la cara a los pacientes –estén graves o no– y el criterio con que lo hacen también es ilegal, además de inhumano porque aducen la inexistencia de contratos de muchas EPS con los hospitales conocidos ahora como IPS.
Para los miles de colombianos obligados a padecer dicho calvario, este continuará mientras Colombia, carezca de un modelo de atención integral para la gente y que existan instituciones que cumplan con su deber y con la ley.
Sobre este aspecto –el de una reforma al sistema de salud– del cual se nos ha hablado mucho en los últimos meses, existe gran expectativa en Colombia.