Por: Fernando Torrecilla Navarro.
La teoría de la democracia no ha tenido los suficientes argumentos persuasivos que entren a presentar soluciones adecuadas desde el momento de su creación, y de igual manera a los problemas contemporáneos a situaciones que le son inminentes a su ejercicio y desarrollo, inconvenientes que no han existido necesariamente durante toda su historia, a lo que podríamos adicionarle la manera insuficiente que se ha venido comprendiendo.
Norberto Bobbio en su bella obra “El futuro de la Democracia” y en otras, llama las promesas incumplidas de la democracia, en donde afirma que, al inicio de la Democracia, nació con el ideario de un nuevo resurgir de valores en la sociedad como el igualitario, en donde cada cual es el patrón de su propia viva; que la idea de libertad podría trasladase al ámbito personal y colectivo y, entre otras tantas, y la que constituye el punto axial de esta sinopsis, que es la eliminación del Poder Invisible. Pero, pasado más de un siglo, sus resultados de funcionamiento se llegan a la conclusión que una gran parte de sus promesas no se han producido.
La Eliminación del Poder Invisible. Arcana Imperii en concepto de Tácito era la nota distintiva de los secretos del Estado y del gobierno imperial. Precisamente la Democracia nació con esta promesa con esta teleología, cuando se afirmaba que la Democracia es el gobierno del público en lo público porque en este sistema de gobierno necesita luz para hacerse visible. La democracia siempre ha de suceder en público por lo que consecuencialmente existe la necesidad que las justificaciones de las decisiones que tomen y asuman todos los integrantes del poder del Estado sean públicas. La luz, la transparencia y el conocimiento de lo público por el público, es una forma de control para que los soberanos ejercen la vigilancia de los gobernantes, para que éstos se sientan observados, lo que impide que se tomen decisiones insostenibles en público.
No obstante, la democracia no ha podido eliminar esta forma de poder invisible, no refiriéndose aquél poder invisible que es ilegal y que proviene de asociaciones delictivas. La invisibilidad del poder se refiere a la que viene ligada estrechamente con el propio funcionamiento de la democracia moderna que en su interior resulta que este poder resulta ser paradójico, atendiendo a que lo público indefectiblemente resulta ser secreto. Nuestro régimen político y su sistema imponen asuntos ocultos como las deliberaciones del consejo de ministro en donde sus integrantes se rigen por el pacto del silencio. En el sistema parlamentarios aun existe votos secretos. Secretismo que los releva de cualquier tipo de responsabilidad produciéndose una especie de escapismo.
El Estado Colombiano se presenta con una característica enormemente marcada hacia la figura del presidencialismo, así fue configurado por nuestro orden constitucional en donde su secretismo se nos muestra operativamente con un cierto nivel de flexibilidad para que el poder ejecutivo entre a construir mayorías parlamentarias, que el ordenamiento jurídico no se las ofrece, precisamente para hacer intangible el principio hiperestésico y fundante de nuestro Estado como lo es el “Equilibrio de Poderes” entre el Presidente y el Congreso de la Republica.
Dentro de este encuadramiento de Poderes, el Ejecutivo Nacional para llevar a cabo su programa político, debe convertirlo en leyes, por lo que debe crear un cierto margen de movilidad – léase negociar- para llegar a consensos con los parlamentarios para que los objetivos del gobierno tengan un tránsito legislativo ágil y así cumplir con los fines de política pública gubernamental.
En punto al tema de los cupos indicativos desde un punto de vista político y legal, son de elementos que entran a facilitar la gobernabilidad -entre otros- y, por ende, moneda de cambio frente al Congreso en busca de sus leyes, intercambio que subyace en el ser y el ente de la Política.
El Congreso de la república expide la ley del presupuesto en donde una de asignaciones o rubros presupuestales es aquella parte que es de libre inversión por parte del Ejecutivo, que es la cuota parte del presupuesto que el gobierno ofrece a cambio de un apoyo legislativo en los proyectos de ley presentados. Son los cupos indicativos el apoyo a los parlamentarios en inversiones en los departamentos y/o municipios de donde provienen sus votos, lo que los congresistas pueden vender como un logro propio esa inversión y asegurarse la reelección, o bien, pueden ser dirigidos a los sectores económicos o sociales que representan los senadores o los representantes, Este es el consto transaccional para la obtención y la conformación de las mayorías en el Congreso. Este es su diseño institucional: fabricar mayorías a cambio de inversiones.
Entonces, lo antidemocrático, lo que transita los espacios en blanco del código penal, lo que repugna a la razón, no es que existan, sino que sean secretos, atendiendo a que al momento de su cesión apagan la luz dándole la espalda al público, al constituyente primario, al pueblo pueblo. Pero, estas formas de inversiones territoriales o sectoriales -los cupos indicativos- tendrían viabilidad democrática si se hacen con la luz prendida, porque recuérdese que en democracia hay que visibilizar el Poder para que pueda ser objeto de control por toda la ciudadanía.
En esta línea de pensamiento que hemos tematizado, si analizamos el contexto, nuestra realidad o lo más aproximado a la verdad, concluiremos que el texto o la forma de leer esa realidad de la democracia, vamos a ultimar que lo que ha existido es una involución, una inversión de la razón. De la exigencia del valor de la democracia como lo es la visión pública del ejercicio del poder político, hemos pasado de la Invisibilización del poder, lo que se ha hecho de manera desmedida, es hacer visible el poder de adocenamiento del Estado, para que la sociedad civil pueda ser lo más visible mediante las bases de datos, para así ser controlados por el poder del Estado que en buena parte y en buena medida es invisible.
Fernando Torrecilla Navarro
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