Periodo de adviento: Un tiempo de espera, transformación espiritual y esperanza

Este proceso se vive cuatro semanas antes de la Navidad, e invita a prepararse para el regreso glorioso de Cristo.

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

El tiempo de Adviento, para la Iglesia Católica, no es simplemente un periodo de cuatro semanas antes de la Navidad, sino una invitación profunda a transformar el corazón y prepararlo para dos acontecimientos esenciales: la conmemoración del nacimiento de Jesucristo y la espera de su segunda venida.

Así lo explica el padre Kenneth Ramírez Pacheco, delegado de Liturgia de la Arquidiócesis de Barranquilla, quien, en una entrevista, compartió el significado y propósito de este tiempo litúrgico especial.
“Adviento viene del latín Adventus, que significa ‘venida’. Este tiempo tiene una doble finalidad: prepararnos para celebrar el nacimiento de Cristo hace más de 2 mil años y para su regreso glorioso, cuya fecha desconocemos, pero para la cual debemos estar espiritualmente listos”, señaló.

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Desde su perspectiva, el Adviento es un itinerario de fe y conversión que motiva a los fieles a fortalecer su relación con Dios y con los demás. Es un tiempo para acercarse al padre, dejarse llenar de esperanza y recordar que, aunque vivimos en el presente, nuestra mirada debe proyectarse hacia el futuro en la espera del Señor.

¿Por qué cuatro semanas? Según explicó el sacerdote, este periodo simboliza un camino que se recorre con calma y reflexión, marcado por un signo clave como es la corona de Adviento. Este elemento litúrgico, presente en los templos y hogares, está compuesto por cuatro velas, una por cada semana.

Cada domingo se enciende un nuevo cirio, avanzando en este “camino cíclico”, como lo describe el religioso. Las tres velas moradas representan penitencia y preparación, mientras que la vela rosada, encendida el tercer domingo (Gaudete, que significa ‘gozo’), indica la cercanía de la Navidad. Finalmente, el color blanco de la Navidad simboliza pureza, paz y la gloria del nacimiento de Cristo.
“Es un recorrido espiritual que nos invita a cambiar, a llenarnos de esperanza y a vivir en fraternidad, solidariamente, como hermanos en Cristo”, afirmó.

Igualmente, enfatizó que el Adviento es un tiempo de compromiso y transformación personal. “Debemos vivir en paz, en fraternidad y en oración común. Es un periodo para la reflexión, para fortalecer la fe y transparentar el amor de Dios hacia los demás”, explicó.

También destacó el llamado del Papa Francisco a vivir este Adviento como un “jubileo peregrino de la esperanza”, un tiempo en el que los fieles se llenan de fe y claridad.

Un tiempo para la familia y los niños

Hay que saber que el periodo de Adviento también ofrece una oportunidad única para transmitir valores cristianos a los niños. Según el padre Kenneth, los elementos visuales como el pesebre y las novenas son herramientas para captar su atención y enseñarles sobre la caridad, la obediencia y el respeto a Dios.

Para las familias, el sacerdote recomendó vivir este tiempo en unidad, promoviendo la paz y dejando atrás las ofensas y diferencias. “El Adviento es una oportunidad para que cada hogar sea un reflejo de la fraternidad que Jesús vino a enseñarnos”, señaló.

El llamado a la conversión

La Iglesia invita a todos los fieles a aprovechar este momento como un tiempo de conversión y reconciliación. Además, recordó la importancia del sacramento de la confesión como una herramienta clave para renovar el espíritu.

En palabras del padre Kenneth, el Adviento no se trata solo de prepararse individualmente, sino de hacerlo en comunidad, como Pueblo de Dios, viviendo en armonía, practicando la solidaridad y cultivando la paz.
“La imagen del niño Jesús nos recuerda la fragilidad, pero también la fortaleza que encontramos en el amor de Dios. Vivamos este Adviento con esperanza, fe y compromiso, recordando siempre que el Señor está por venir”, concluyó.

Así, el Adviento se presenta como una época para mirar al cielo con esperanza, pero también para mirar al prójimo con amor, transformando el corazón en un pesebre listo para recibir al Salvador.