Notre Dame reabre y revitaliza el turismo en París

La emblemática catedral de Notre Dame ha reabierto sus puertas tras años de restauración desde el devastador incendio de 2019, marcando un hito para París y su sector turístico. Se estima que esta reapertura aumentará en un 18 % el número de visitantes a la ciudad durante esta semana, consolidando a la capital francesa como uno de los destinos más atractivos del mundo.

La Oficina de Turismo de París prevé que Notre Dame reciba entre 14 y 15 millones de visitantes anuales, superando incluso a Disneyland París y otros sitios icónicos como el Louvre o la Torre Eiffel. Aunque el acceso inicial será limitado por razones de seguridad, la catedral apunta a convertirse nuevamente en el lugar más visitado de Francia.

La reapertura también ha reavivado el debate sobre si se debería cobrar entrada a los visitantes. La ministra de Cultura, Rachida Dati, sugirió implementar un costo de 5 euros, lo que podría generar unos 75 millones de euros anuales destinados a preservar el patrimonio religioso francés. Sin embargo, el arzobispado de París, liderado por Laurent Ulrich, se opone firmemente, defendiendo el acceso gratuito a todos los templos.

«No está en contradicción con la conservación del patrimonio, pero mantenemos nuestra posición sobre el libre acceso a las iglesias», declaró Ulrich.

IMPACTO EN EL TURISMO

París cerrará el 2024 con un récord de 37 millones de visitantes, gracias en parte a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. La reapertura de Notre Dame promete reforzar aún más estas cifras. Aunque la Oficina de Turismo no organizará actividades especiales relacionadas con el evento, continuará proporcionando información sobre la catedral, como antes del incendio.

Mientras Francia debate la gratuidad, otros países ya cobran por visitar catedrales. En España, la entrada a la catedral de Sevilla cuesta 12 euros, mientras que el Duomo de Milán en Italia tiene tarifas de hasta 30 euros. En Inglaterra, la Abadía de Westminster alcanza las 30 libras.

Con su reapertura, Notre Dame no solo recupera su lugar como símbolo cultural y espiritual, sino que impulsa la economía y refuerza el estatus de París como destino global.