La situación de los opositores venezolanos refugiados en la embajada argentina en Caracas se ha vuelto cada vez más dramática. Desde hace varios meses, un grupo de seis colaboradores cercanos a María Corina Machado se encuentra asilado en este edificio diplomático, buscando escapar de las amenazas del régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, la presión sobre ellos se ha intensificado considerablemente en los últimos días, luego de que agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) interrumpieran los servicios básicos en la sede diplomática, cortando tanto el suministro de electricidad como el de agua potable.
Entre los asilados se encuentran figuras clave del equipo de la líder opositora, como Pedro Urruchurtu Noselli, Magali Meda, Omar González, Claudia Macero, Humberto Villalobos y Fernando Martínez Mottola. Estos individuos enfrentan acusaciones graves por parte del régimen, incluyendo cargos de “traición a la patria”, y se encuentran en una situación de total vulnerabilidad. Según los reportes, la situación ha llegado a ser “insostenible”, ya que los refugiados dependen ahora de la buena voluntad de la comunidad internacional para poder salir de Venezuela.
Magali Meda, una de las asiladas, ha alzado su voz en redes sociales para denunciar la inacción tanto del gobierno venezolano como de los organismos internacionales. En su cuenta de X, Meda expresó su frustración ante lo que considera una falta de apoyo por parte de los líderes religiosos y de la sociedad civil, quienes, según ella, prefieren ignorar la difícil realidad que enfrentan los opositores asilados. «Son casi 9 meses y aquí la alta jerarquía de nuestra iglesia ve para otro lado, se mantienen mudos», lamentó Meda, quien también criticó la pasividad de muchos sectores ante la grave crisis que atraviesa el país.
La comunidad internacional, y en particular los gobiernos de Brasil y Argentina, tienen una gran responsabilidad en garantizar la seguridad de estos refugiados, que ya llevan meses esperando una salida del país. Mientras tanto, la presión sobre ellos no cesa, y el régimen de Maduro continúa utilizando métodos de intimidación para forzarlos a abandonar el refugio diplomático, donde se sienten cada vez más desprotegidos.