TRIBUNA PEDAGOGICA EL INVESTIGADOR DE LA IAPC

Reynaldo Mora Mora.

POR: REYNALDO MORA MORA

En la Investigación Acción Participación, IAPC, la voluntad del Investigador Curricular, IC, su grandeza es la de estrecharse con el contexto. Es la característica auténtica, que importa por encima de todo, pues coincide con la voluntad de la vida de sus actores sociales y los sujetos educativos, lo que merece su defensa para los investigadores, a los cuales sabrá dar su medida, forma y valor. La IAPC constituye el camino investigativo sobre la realidad social y educativa abordada desde el currículo. La IAPC despliega sus herramientas para intentar responder a la pregunta, de cómo abordar la cultura desde sus protagonistas. Tenemos, que con la oralidad y la memoria de ellos se moldea el calado de sus voces destinadas desde el principio a insertarse en la memoria cultural de los saberes enseñables. La IAPC es un obrara y un quehacer vivo que apunta a interpretar esa cultura. Este es el poder de este camino investigativo: leer y releer la realidad socioeducativa a lo largo de lo que se investiga a partir del currículo, con la pretensión de no simplificar, dando a conocer la textura de sus creencias que nos desafían, siempre invitándonos a enriquecer nuestra lectura, atentos como investigadores curriculares a las distintas posibilidades hermenéuticas del texto realidad.
De este modo, la IAPC nos ayuda a reconocer las múltiples resonancias que se perciben en una determinada cultura y que abona su persistencia como fuente de inspiración, como permanencias inevitables de la condición humana presente en este caminar, como aquello que reconocemos como inherente a nuestra naturaleza. La IAPC nos invita a profundizar en una pieza clave de la cultura, sus actores. La IAPC nace en la investigación educativa como una paciente construcción, rigurosa y ágil de la apropiación de la cultura. La IAPC amplifica en manos del IC el retrato de la cultura con sus actores, donde la narración va contando los episodios de sus trayectorias con sujeción absoluta a sus tradiciones, pero, con libertad expresiva y soltura narrativa adecuada para los propios actores y sujetos: el rigor del curriculista y su habilidad se complementa con naturalidad. La IAPC en perspectiva curricular nos transmite sus emociones, arrepentimientos, alegrías y esperanzas, recreando conversaciones, pero, permaneciendo fiel al espíritu de este ánimo.
En toda esta traslación no se pierden rasgos precisos del mundo de la cultura, lo que se gana en familiaridad entre actores y sujetos con el investigador. Entonces, esta relación hace parte de su imaginación curricular como una operación quirúrgica para conocer la conciencia de los individuos sociales, culturales y educativos. Su imaginación como investigador es única y se mezcla de cultura, como una contribución única al campo del currículo. Casi que es una obsesión narrativa de este investigador que se ve arrastrado por su capacidad para aprehender a ese mundo que le ofrece posibilidades de recuperar lo que la Escuela ha perdido, una posibilidad que la vida escolar debe conocer. En tal sentido, el Investigador Curricular es un exponente de un singular talento para la narrativa, al cual se inscribe dentro del empeño, pretendiendo a lo largo de su investigar poder iluminar la condición humana de estos actores y sujetos. Pretendemos que la IAPC se convierta en un arquetipo de investigación en el que se reconozcan los efectos deshumanizadores de un sistema educativo que no reconoce la importancia de la formación de buenos ciudadanos, que, por el contrario, favorece el aislamiento frente a este caro ideal constitucional.
La IAPC espera conmocionar investigativamente a nuestro tiempo y marcar un hito insoslayable dentro de la narrativa curricular. Pretende ser un feroz sacudón a la manera fría de hacer investigación educativa, una llamada al desorden instrumental y estandarizante que han instaurado los tecnócratas del Icfes y del MEN. Se trata, de transgredir transformadoramente ese orden tradicional de formar integralmente. La IAPC quiere una plena ambición investigativa por parte de los curriculistas, proponiendo renovadoras herramientas, nuevas narrativas, para criticar con fuerza ese hielo instrumental cognitivo, que destruye la capacidad del “arco del ensueño” de los estudiantes, para buscar la raíz de la Formación Integral, la autonomía con toda su complejidad ética y estética, con sus imaginaciones. La IAPC propone un acercamiento activo al contexto con sus actores, ofreciendo varias posibilidades para este acercamiento. El investigador curricular habrá de decidir: optar por el orden tradicional de investigar en educación o seguir los lineamientos de los tecnócratas oficiales, o, remitirse al contexto. Por ello, el contexto debe ser un imán que debe atraer a docentes y estudiantes: como un viaje hacia adelante, hacia atrás, como un viaje iniciático, sin duda, del que el IC emerge con nuevas ideas acerca del modo de leer la cultura y sus actores, como un modo de ver la vida.
La IAPC cuenta con una potente fuerza arrolladora, que son los actores sociales y sujetos educativos para romper con la tendencia instrumental y estandarizante: ella, abre el camino a seguir por la narrativa de un Currículo Contextualizado y Pertinente, CCP, porque en este currículo, Escuela y contexto se entretejen con temas y problemáticas recurrentes, por lo tanto, esta relación es un referente imprescindible en la vida de un sistema educativo. Esta relación es la más palpable demostración de que la educación es y debe ser una aventura fabulosa desde las emociones, sentimientos e intereses de los sujetos, lo que representa el hilo misional de una Institución Educativa. Lo anterior, es un detalle fundamental para un docente-investigador que se precie de sincero con su quehacer y con sus estudiantes, y cuando esto sucede, este docente merece ser recordado todos los días por lo tesonero de su obra formativa, por el compromiso que sostiene como un artista de su enseñanza, como un generoso con sus saberes.
Por ello, la IPAC potencia este tipo de maestro, porque tiene un atractivo especial debido a su profundidad emocional, riqueza en los saberes de la cultura y conexión íntima con sus estudiantes con precisión, expresividad y habilidad para enriquecer sus aprendizajes. Por ello, la IAPC es y debe ser una actividad sustancial, con prestigio, atraída por su entrega a la cultura con sus actores y sujetos y a la narrativa de su construcción. Por ello, resulta reconfortante proponer este tipo de caminos investigativos como placer y vehículo de crecimiento emocional e intelectual entre los docentes. Con la IAPC, y con su complemento, el CCP, nos decimos, que sí hay motivos para la esperanza desde la educación. Sin duda, la esperanza cotiza en alza. Con esta propuesta se saca brillo a la Formación Integral, como una actitud vital, para construirla y definirla al detalle, definiéndola como una mirada hacia el futuro.
Por ello, tenemos que este impulso vital para la educación desde la IAPC y el CCP, esta actitud en toda su extensión es optimismo. Por ello, nos alejamos del culto a la positividad impuesta por los tecnócratas del Icfes y del MEN porque aísla a los estudiantes de la formación de buenos ciudadanos, y los hace egoístas, suprimiendo la empatía y la simpatía por el otro. Ese instrumentalismo positivista privatiza la educación superior, mientras que deja intacto el complejo de ceguera social de la irresponsabilidad del Estado de no dar educación superior al pueblo, por supuesto, nos buscamos quien lo causa. Tenemos, que el régimen neoliberal de la educación, hace que cada estudiante se aísle al convertirlo en un “emprendedor” de sí mismo: es hijo del mercado del lenguaje de las competencias que han positivizado la Formación Integral. Por ello, seguimos batallando contra esa deshumanización, promoviendo el CCP basado en la IAPC, que no aísla, sino que vincula y mancomuna a los actores y sujetos con su contexto, con su cultura. La esperanza desde nuestra propuesta es el salto que nos libera de esa depresión instrumental que le cierra a nuestra juventud las puertas de su ingreso a la educación superior pública, por otro lado, es el salto a la alegría de vincular la Escuela a las grandes problemáticas sociales.
Por ello, la IAPC es esperanza que se acompaña de la acción curricular por transformar la sociedad desde la formación de buenos ciudadanos. Este es el pacto que necesitamos, donde el docente se convierta en ese obstetra de esa transformación. La IAPC lucha por el sentido de esa relación que representa un horizonte abierto, que no ofrece el currículo oficial instrumentalizador y estandarizante. Por ello, este camino investigativo busca encontrar un sentido a la educación y a la formación como vida, que es y debe ser el anhelo de una Institución Educativa, como su comedimiento para que la Escuela sea un verdadero placer gozoso por aprender.
Por ello, la IAPC a través del proceso creativo del Investigador Curricular promueve un diálogo con la cultura y sus actores y sujetos, elaborando una forma de reconstrucción de sus trayectorias. Por ello, este caminar es la historia de sus vidas; es una metamorfosis: una oda al poder conocer el contexto con sus problemáticas, aceptando que los otros valen desde sus recorridos. Es en este caminar cuando este investigador repone fuerzas, aprendiendo a convivir con los otros, reconociendo su lugar en nuestro jardín investigativo, haciendo germinar semillas para que el sistema educativo se nutra, manteniendo a una Institución Educativa en una constante dinámica. Se trata, de la visión de pertenencia y pertinencia.