La líder ultraderechista Marine Le Pen intensificó su presión sobre el Gobierno de Francia en medio de las negociaciones para aprobar el presupuesto del país. Con la supervivencia del Ejecutivo en juego, ya que depende de los 140 votos de sus diputados, Le Pen afirmó que no aceptará concesiones mínimas y exige una negociación real sobre el presupuesto que debe someterse a votación antes de Navidad.
El primer ministro, Michel Barnier, se enfrenta a un desafío importante al presentar las cuentas de la Seguridad Social, el primer gran examen sin contar con una mayoría en la Asamblea Nacional. Ante esta situación, el Gobierno podría recurrir a un mecanismo constitucional para aprobar las cuentas sin una votación parlamentaria, lo que daría pie a que la oposición presente una moción de censura.
Le Pen, que ha propuesto un presupuesto alternativo al del Ejecutivo, subrayó que las conversaciones con Barnier, aunque incluyeron algunas concesiones, no han sido suficientes. El Gobierno ha renunciado a un impuesto sobre la electricidad, lo que, según la ultraderecha, es una victoria para la defensa del poder adquisitivo de las clases populares. Sin embargo, Le Pen sostiene que esto no es suficiente y exige un acuerdo que refleje de manera más sólida sus demandas.
Por su parte, el ministro de Hacienda, Laurent Saint-Martin, advirtió que la no aprobación de los presupuestos podría resultar en graves consecuencias económicas para Francia, incluyendo sanciones financieras y un aumento de la deuda del país debido a la subida de los tipos de interés. Además, alertó que las clases medias y bajas serían las más afectadas, ya que algunos ciudadanos que ahora están exentos de impuestos podrían verse obligados a pagar.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno por negociar con Le Pen, la tensión sigue en aumento, y se prevé que las negociaciones continúen en un clima de incertidumbre hasta la fecha límite para la votación del presupuesto.