-MOLINO DE PAPEL- El Center Fielder

Walter Pimienta.

Escribe; Walter Pimienta J.

Aquello era palo tras palo. Habían salido volado ya a tres pícheres.
Un quince por cero, en el beisbol, es una masacre. A ese alto escore lo llaman ahora nocaut y, Marcos Pérez, en su tiempo, con su agradable narración, lo decía de otra manera: “…15 a 0 y el rancho ardiendo, con bases llenas, sin out, bateando el center fielder, sin bolas ni strike, no me diga más”.
Lo del rancho ardiendo era porque faltaban dos inning para acabar el juego susceptible de un aumento en el carreraje para el equipo del center fielder o de un casi imposible descuento o triunfo que sería histórico para los ”Azulejos de María La Baja”.
Alguien cerca al locutor que hablaba del “…y el rancho ardiendo”, gritó clarito.
-¡Métanles 40!…
El center fielder había dado esa tarde dos jonrones con bases llenas y estaba en el cajón de bateo ante un pícher al que se le había acabado la fuerza de su mano izquierda ( he debido decir mejor, brazo izquierdo…(cosas de José Alfredo Jiménez, el de las rancheras).
…De niño, en mi pueblo, jugando “al bate” ( beisbol menor con bola blanda y bateando con una tabla y los jonrones eran jonrones si la bola hecha con bollo de yuca seco, esparadrapo y tela, caía en los montes y allí se perdía), había partidos de 40 careras contra cero; pero eso era otra cosa. Se aburría uno esperando el cambio de inning y abandonaba el partido…Pero acá era otra cantar…Y el centro fielder dando palo, era la figura más notable de su equipo porque el tipo era bueno con el bate y el guante…Además, veloz, y con la picardía y viveza propia que pide el beisbol para robar bases…Y qué brazo el que tenía para, desde el jardín central, tirar la bola al home y, asistido por el cácher o el pícher, matar en el plato la carrera que quería entrar…
Yo era apenas un carajito cuando en el “Philip” de mi casa, sintonizando “La Voz de la Patria – la de la tonalidad perfecta, ese ere su lema- oía a Marco Pérez narrando beisbol y ante el abultado escore de esa ocasión, con su gracia decía: “Oyentes, esto es pelea de toche con guayaba madura”…Y refriéndose al pícher del equipo del center fielder, dada la velocidad con que este lanzaba con su brazo derecho a la goma la pelota sin que el contrario pudiera batearla, apuntaba “ … y lo ponchó con una recta de humo”.
Uno no sabía qué admirar más en el center fielder; su fuerza al bate, sus cogidas de pelota al aire o su picardía para robar bases, o todo aquello junto…Era rápido de piernas…Y de nuevo el narrador diciendo: “…El center fielder se desprende de la primera, viene el tiro y…se robó la segunda”
Y yo diciéndome: “No joda, debe estar preso”. Y mi mamá que a veces oía los partidos, mientras hacía los oficios de la casa, que me decía: “Mijo, como es eso de “se robó”…explícame”. Y yo sin palabras esto le respondía: “Ladrón es ladrón”.
Nunca entendió.
…Y lo bueno era que al center fielder le daban, al final del campeonato, un premio por ladrón de bases, 34 en la temporada…El center fielder se desprendía de primera, de segunda o tercera rumbo al plato, cuando el pícher levantaba el pie para tirar al cácher y, ganando terreno, se desprendía en veloz carrera deslizándose de cabeza en el home play llegando primero que la bola y anotaba una carrera. Y dado casos así, había que ver la preocupación que era para el equipo rival, con el partido 3 a 3 en la parte baja del el último inning del partido, tener al center fielder en tercera y el “pisicorre” no se hacía esperar… Y de darse esto, porque con el center fielder embazado nadie sabía que podía pasar, la voz del mismo locutor hacía que uno le subiera el volumen al radio y que la piel se nos erizara ya que este, a veces, se quedaba sin palabras y en el argot de su argot, todo lo resumía diciendo: “!De famtasiaaaaa! Se acabó el juego. El equipo del center fielder 4, “María La Baja 3”.
Y yo, dado lo descriptivo que era el locutor, cerraba los ojos y me imaginaba la jugada y la proezas del center fielder…Y el estadio rabiando…
-“Salió de la nada”-, dijo Mike Schmulson, el comentarista.
El juego tiene más detalles; pero yo no estaba presente. Solo me pintaba las cosas. Y el beisbol, escuchado por radio, solamente tiene un sentido: el ido… Y una extraña filosofía en la voz de Marcos Pérez diciendo: “en el beisbol, el partido no se acaba hasta que se acaba, y se acaba en el último aut del último inning como la vida misma”.
Humana nostalgia de un tiempo en que yo escuchaba las narraciones del beisbol, deporte con el cual solo tuve contacto radial, qué lejana estás metida en la belleza vieja de una pelota de cuero con la costura rota, o plasmada en las fotos de prensa destacando la máquina que era el brazo derecho de cierto pícher que al lanzar 19 entradas, en 18 de ellas no recibió anotaciones, haciendo ganar a su equipo por 2 carreras contra 1…, o, en otras, plasmando el salto felino y anti-gravitatorio del center fielder metiendo el guante llevándosela de aire… Y el locutor diciendo:- ¡Qué barbaridad doña Bárbara, voló como un avión!
…Y me imaginaba entonces en las gradas, de parte de los asistentes, una lluvia de aplausos con granizo festejando el asombro de aquello.
Así era el center fielder, mirada de tigre entre tres y dos o “entre la rubia y la morena” -como decía Marcos Pérez, para adivinar la bola buena y sacarla de jonrón…Así era el center fielder, manilla segura cortando líneas por la segunda…, bate de arce entre manos y ansiedad de home play…inesperado toque por la tercera y baño de arena llegando a primera…Grito de ¡Quieto!…Y lenguaje de señas rumbo a la segunda…