La invitación al presidente colombiano plantea preguntas sobre la posición de Colombia frente al régimen venezolano y las tensiones en la región.
Por: Redacción Web.
Diario La Libertad.
El próximo 10 de enero de 2025, Venezuela vivirá un nuevo episodio político que ha generado reacciones encontradas a nivel internacional. Nicolás Maduro, actual mandatario, planea asumir nuevamente el poder, ignorando las advertencias de diversos países que cuestionan la legitimidad del proceso electoral llevado a cabo el pasado 18 de julio de 2024. En medio de este contexto, el régimen venezolano extendió una invitación formal al presidente colombiano, Gustavo Petro, para asistir a la ceremonia de posesión en Caracas.
Una invitación que genera expectativa
Según fuentes confiables consultadas por un medio de comunicación nacional, la invitación fue enviada recientemente a través de canales diplomáticos y ya llegó al despacho de Petro. Sin embargo, hasta el momento, el mandatario colombiano no ha confirmado si asistirá al evento. Esta decisión resulta clave, pues puede marcar un giro en la postura de Colombia frente al gobierno de Maduro.
Petro no es el único presidente invitado. Países de la región como Nicaragua y México también recibieron la solicitud de presencia, dejando entrever los esfuerzos de Maduro por fortalecer su legitimidad ante gobiernos afines.
Por otro lado, desde el exilio, Edmundo González, quien cuenta con el respaldo de más de veinte países, incluidos Estados Unidos y miembros de la Unión Europea, también anunció que viajará a Caracas ese mismo día. González planea asumir simbólicamente el cargo de presidente, lo que profundiza la disputa sobre quién es el verdadero líder legítimo de Venezuela.
Críticas de Petro a las elecciones venezolanas
En declaraciones recientes al medio brasileño O Globo, Gustavo Petro calificó las elecciones presidenciales de Venezuela como un «error», sumándose a las críticas sobre el proceso que derivó en la reelección de Maduro. Durante su intervención en el G20, realizado en Brasil, el presidente colombiano enfatizó:
«Yo creo que un frente común sobre Venezuela, cualquiera que sea la política, ya no va a existir. Creo que fue un error esas elecciones.»
Petro también destacó la falta de transparencia en el proceso electoral, señalando que: «Igual que se critica las elecciones desde el punto de vista del comportamiento del gobierno venezolano, no se generó una claridad sobre lo que ellos afirman, que ganaron las elecciones.»
Este escenario de opacidad, según el mandatario colombiano, «dejó ese mapa oscuro» al no publicarse las actas de escrutinio, un tema que Colombia ha señalado como esencial para definir su postura frente a Venezuela.
¿Un cambio de postura en puerta?
El Gobierno colombiano fijó como fecha límite el 10 de enero para tomar una decisión definitiva sobre su relación con el régimen venezolano. En este contexto, Petro enfrenta una encrucijada: aceptar la invitación podría interpretarse como un respaldo tácito a Maduro, mientras que rechazarla podría tensar aún más las relaciones bilaterales.
El presidente colombiano también expresó que la exigencia de un cambio radical en el gobierno venezolano no es realista en este momento. «La exigencia de un cambio radical del gobierno en este momento no es realista», subrayó Petro, dejando entrever un enfoque pragmático frente a la crisis venezolana.
Así las cosas, la invitación de Maduro a Petro no es solo un gesto diplomático; es una prueba política que pone a prueba los valores y estrategias de la administración colombiana en un escenario regional altamente polarizado. Mientras algunos gobiernos condenan abiertamente las elecciones venezolanas, otros mantienen su apoyo al régimen, lo que dificulta la construcción de un consenso.
La respuesta de Petro, sea cual sea, tendrá implicaciones tanto en las relaciones bilaterales como en el liderazgo de Colombia en la región. Aceptar la invitación podría interpretarse como un intento de diálogo, pero también arriesga alienar a los aliados internacionales que reconocen a González como presidente legítimo. En cambio, rechazarla podría posicionar a Colombia como un defensor de la democracia, aunque a costa de un distanciamiento con Venezuela.
En última instancia, la decisión de Petro debe equilibrar principios y pragmatismo, mientras enfrenta un panorama regional donde las tensiones no parecen disminuir.
Y.A.