La Guajira enfrenta una trágica realidad: las muertes infantiles por desnutrición continúan, mientras las comunidades indígenas luchan contra las inundaciones y el olvido estatal.
Por: Redacción Web.
Diario La Libertad.
La ola invernal que afecta al departamento de La Guajira ha sacado a flote las precarias condiciones de las comunidades indígenas, especialmente aquellas ubicadas en la cuenca baja del río Ranchería. En medio de esta emergencia, un nuevo caso ha estremecido al país: un niño wayúu de apenas un año falleció por desnutrición aguda severa y complicaciones asociadas, días después de haber sido rescatado de las inundaciones que azotan la región.
El pequeño, originario de la comunidad Cucurumana, en la zona rural de Riohacha, fue trasladado de urgencia a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en la capital del departamento. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, no logró sobrevivir. “Los padres caminaron más de una hora con el niño en brazos para llegar a la vía principal, donde una ambulancia los esperaba”, narraron testigos del caso.
Días antes, un equipo médico había intentado gestionar su traslado, pero la autorización por parte de la familia se retrasó, lo que empeoró la situación del menor. Este no es un hecho aislado, pues las lluvias han complicado aún más el acceso a servicios médicos y alimentos, profundizando la crisis humanitaria en la región.
Rescates y otras emergencias médicas
En el corregimiento de Nazareth, en la Alta Guajira, las inundaciones también han dejado a su paso graves emergencias de salud. En un reciente operativo de rescate, dos menores de un año con desnutrición aguda y enfermedades asociadas fueron evacuados. Además, una adolescente de 16 años, diagnosticada con apendicitis, tuvo que ser trasladada con apoyo de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, pues las lluvias habían bloqueado las vías terrestres hacia un hospital de mayor complejidad.
La falta de infraestructura vial adecuada, combinada con las constantes lluvias, ha dejado a muchas comunidades en total aislamiento, exacerbando una crisis que no es nueva. Las estadísticas son alarmantes: según el Instituto Nacional de Salud (INS), en lo que va del 2024, 38 menores han muerto por desnutrición en La Guajira.
Una tragedia que no cesa
La pérdida de vidas infantiles por desnutrición no es solo consecuencia de la emergencia climática, sino también de un problema estructural que ha dejado a La Guajira en una situación de vulnerabilidad extrema. Las comunidades indígenas, como los wayúu, enfrentan barreras históricas en el acceso a servicios básicos como agua potable, alimentos y atención médica.
“El desbordamiento del río Ranchería ha expuesto las profundas necesidades de las comunidades indígenas que habitan en la cuenca baja”, recalcan expertos en la región. La combinación de desnutrición crónica, enfermedades infecciosas y las dificultades de transporte derivadas de las lluvias han creado un círculo vicioso que cobra vidas de los más vulnerables.
La deuda del Estado con La Guajira
La muerte de este niño wayúu es un símbolo doloroso de la falta de acción efectiva por parte del Estado para atender las necesidades de La Guajira. No solo se trata de gestionar rescates en momentos de crisis, sino de implementar soluciones sostenibles que permitan a estas comunidades superar décadas de abandono.
La emergencia climática debería ser una llamada de atención para que el gobierno fortalezca su respuesta humanitaria y garantice la infraestructura necesaria para mitigar las consecuencias de eventos como las inundaciones. Sin embargo, esto debe ir acompañado de políticas estructurales enfocadas en combatir la desnutrición, mejorar el acceso a la salud y proporcionar medios de vida dignos para las comunidades indígenas.
Y.A.