El currículo contextualizado

Por: Olga Rosa Mercado Chamorro

El texto del artículo «El currículo contextualizado y pertinente» escrito por el docente Reynaldo Mora Mora en noviembre 12 de 2024 en el diario  La Libertad, resulta en una reflexión integral que explora y elogia la naturaleza profunda y transformadora del currículo como el núcleo del sistema educativo, su auténtica columna vertebral. 

El currículo, tal como se expone aquí, es visto como un ente vivo, un organismo en constante evolución que va más allá de la estructura académica tradicional. Es el alma que respira y se nutre del contexto social, abrazando las problemáticas y necesidades de su tiempo, alejándose del reduccionismo del instrumentalismo estandarizado que prioriza resultados cognitivos a expensas de la experiencia humana y del aprendizaje significativo.

La propuesta presentada invita a repensar el currículo como un canal dinámico que conecta a los actores educativos, docentes y estudiantes, con su entorno histórico y social. Es una visión audaz y profundamente humanista que aboga por una pedagogía crítica y reflexiva, anclada en la riqueza de lo cotidiano y en la complejidad del conocimiento situado, que debe emerger de las realidades contextuales en lugar de los dictámenes de las burocracias centralizadas. El currículo, entendido de esta manera, se convierte en una respuesta activa a las tensiones de la sociedad, integrando saberes enseñables y experiencias del entorno para reflejar y abordar los desafíos culturales y sociales, alejándose del enfoque técnico que reduce la educación a una simple transmisión de contenidos.

El texto subraya la necesidad de una educación que fomente la autonomía y la capacidad crítica, resistiendo a los modelos tecnocráticos que promueven la estandarización y descuidan el contexto socioafectivo. 

Aquí se reconoce que el aprendizaje significativo solo es posible cuando se equilibra lo cognitivo con lo emocional, cuando el conocimiento está impregnado de la experiencia humana y se conecta profundamente con el entorno. Este enfoque da lugar a una concepción del currículo como un proceso vital, una narrativa compartida que se construye en comunidad y que refleja los deseos, miedos y esperanzas de quienes forman parte del proceso educativo.

La construcción curricular, entonces, se presenta como una obra dinámica que requiere una constante exploración crítica de las realidades sociales. Más que ser un instrumento rígido impuesto por los tecnócratas, el currículo emerge como un espacio de autonomía y resistencia donde se promueve la creación de significados nuevos y relevantes. La Formación Integral, en este sentido, no es solo un ideal, sino una manifestación concreta de un currículo que se nutre de la diversidad de experiencias y emociones, y que reconoce la importancia de conectar la ciencia, la cultura y la afectividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En el contexto educativo actual, marcado por la globalización y la virtualidad, se hace evidente la urgencia de orientar el currículo hacia una contextualización y pertinencia renovadas. Esto no implica perseguir únicamente resultados cuantificables, sino construir experiencias educativas que permitan a los estudiantes conectar con su entorno, interpretar sus problemáticas y participar activamente en la búsqueda de soluciones. Aquí es donde reside la verdadera fuerza transformadora del currículo: en su capacidad para resonar con las vivencias del contexto y proyectar una visión educativa que integre lo cognitivo y lo socioafectivo.

El texto concluye con una poderosa defensa del currículo como una obra viva, que se transforma junto con la realidad social y sirve como medio para entender e intervenir en el contexto. Es un campo fértil de creación donde convergen ciencia, cultura y emoción, y donde se tejen las identidades y los sentidos de pertenencia de la comunidad educativa. En este marco, el rol del docente va más allá de ser un simple transmisor de conocimientos; se convierte en un explorador del entorno, un facilitador de aprendizajes significativos y un impulsor de la creatividad y la reflexión crítica.

En definitiva, el currículo es presentado como la herramienta fundamental para construir una educación significativa y pertinente, una puerta hacia el contexto que permite a la comunidad educativa sumergirse en las problemáticas sociales y culturales. Más que una estructura rígida, el currículo es visto como un símbolo de poder transformador, capaz de renovar no solo las prácticas pedagógicas, sino el tejido mismo de la sociedad. En su dinamismo y capacidad de adaptarse al cambio, el currículo encarna la promesa de una educación orientada hacia la vida, hacia la búsqueda de sentido y hacia la formación de ciudadanos íntegros y comprometidos con su realidad. Este ejercicio hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura en Procesos Curriculares que se desarrollan semestralmente en el Programa de Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico (II-2024).