Por: Lucho Paternina Amaya
Ninguna mente por muy limitada que tenga su creatividad y alcance, se le ocurre ignorar la importancia del tema del medio ambiente y su biodiversidad cuando con enorme preocupación estamos sintiendo su contaminación hasta hacer desaparecer especies vegetales y animales dando paso a la esterilidad donde antes el verde dominaba las praderas, valles, montañas y tupidas selvas. De ahí la necesidad de seguir hablando sobre el asunto, para coincidir en las estrategias que detengan el desastre que sería inevitable si las medidas no se toman a tiempo para desgracia de las generaciones que nos siguen, conformándose éstas solo con documentales, videos, películas y testimonios de los ancianos si es que éstos alcanzan a recordar algo de su pasado, para enterarse de que alguna vez hubo animales y una vegetación que los amparaba, víctimas de un ser humano que se deshumaniza.
La Conferencia de las Partes auspiciada por la ONU, llamada COP16 y que con gran entusiasmo se realizó en Cali, nos ha enseñado el interés con que se aborda el tema, haciendo del evento una fiesta, pero que observo con palpable inquietud el desprecio que presidentes, primeros ministros, organismos multilaterales y las grandes potencias, han mostrado por las discusiones dadas en la Conferencia como si el calentamiento global fuese una utopía, la contaminación un invento de agoreros de desastres apocalípticos como algunos sostienen, los incendios, inundaciones, huracanes, terremotos, sequías, no son más que cíclicas manifestaciones de la naturaleza en su dinámica de controlarse a sí misma, como otros afirman.
Entonces, si el mundo observa todos estos fenómenos con la preocupación de que continúen incrementándose hasta poner en peligro la existencia de la humanidad, ¿por qué los países mayormente responsables de que la contaminación no se detenga, son sordos ante el clamor de quienes asisten a la Cop16?
Efectivamente, son 196 delegaciones de igual número de naciones que discutieron la salida al envenenamiento ambiental, pero, ¿hasta dónde sus respectivos presidentes acogerán las potenciales soluciones que salieron del masivo encuentro ante el desafío cada vez más retador? ¿Por qué ni siquiera los mandatarios afines a las tendencias ideológicas del presidente lo acompañaron en la cita orbital en tratándose de ventilar una realidad que tiene en peligro el futuro de la vida? ¿Qué interés les asisten a los poderosos que todo lo controlan para que continúen en su escalada de obtener la última sofisticada arma de destrucción masiva, más no de la que nos espante el miedo porque la eliminación del planeta dependa de una de esas armas?
Deponer las vanidades personales en favor de insistir por encontrar las acciones que impidan las agresiones que sufre la convivencia en todos los órdenes de la existencia, que sería el comportamiento ideal a seguir, pero poner de acuerdo las arrogancias, no es tarea que llegue a buen término. ¿Para qué tantos discursos, promesas, ideas que van y vienen, propuestas, discusiones y diálogos que se propusieron y son de nunca acabar en el seno de la cumbre de Cali en torno al aprovechamiento racional de minerales, así como protección, defensa y conservación de vegetales, animales y humanos, si los controladores del mundo no los escuchan?
Más allá de los beneficios que recibe Cali con tanto visitante que dinamiza su economía, así como la fiesta que se ha desencadenado en la ciudad donde la salsa, el buen ánimo y el ejemplar comportamiento ciudadano, es reconocido por los foráneos, tan importante escenario objeto del interés mundial por la importancia medular del tema abordado, ha debido ser el espacio adecuado para que el presidente continuará mostrando el liderazgo universal que se ha trazado en asumir en defensa de la vida como lo ha ejercido y expuesto con vehemencia en otros organismos internacionales, donde han asistido los más representativos líderes y presidentes del planeta.
Pero no ha sido así, aquí, en su suelo, en su patria, lo abandonaron esos líderes dejándolo solo, hablándole a delegaciones que dudo tengan competencia para comprometerse en el cumplimiento de los acuerdos que se pactaron en la conferencia de las Partes sin que quienes deciden por ellas estuvieran en la convocatoria. Es un mensaje que el presidente debe evaluar reconociendo los apuros en que ha caído su liderazgo mundial en asunto tan importante como el control de la contaminación que sufre el planeta poniendo en riesgo la vida. Liderazgo que produciría mas efecto inmediato en favor de los colombianos, si lo ejerciera con vigor y sentido nacionalista al interior de su país lleno necesidades y conflictos por resolver que requieren de ideas y ejecutorias que nos devuelvan la seguridad y nos pongan a disfrutar políticas de estado que hagan de la vida una realidad sin hostigamientos en el contexto de nuestras propias posibilidades.