Con preocupaciones sobre la soberanía alimentaria y la estabilidad de la agricultura, Gustavo Petro y opositores venezolanos piden a Nicolás Maduro detener la privatización de la empresa de fertilizantes, en medio de controversias sobre la gestión de Monómeros.
Por: Redacción Web.
Diario La Libertad.
La oposición venezolana se ha aliado con el presidente colombiano Gustavo Petro en un esfuerzo por frenar la venta de Monómeros, la empresa de fertilizantes que, desde su creación, ha sido clave para el desarrollo agrícola tanto en Colombia como en Venezuela.
La solicitud formal para detener la privatización fue emitida recientemente por Petro hacia el presidente venezolano Nicolás Maduro, después de que el ministro de Industria venezolano, Álex Saab, anunciara la intención de vender la compañía.
Saab, quien es originario de Barranquilla, podría estar buscando no solo vender Monómeros, sino adquirirla él mismo, generando suspicacias sobre la motivación detrás de la transacción.
La historia de Monómeros refleja los cambios y tensiones políticas entre ambas naciones. Fundada en 1967 como un acuerdo binacional, Colombia cedió en 2008 su participación del 47% en la empresa, que pasó a manos de Pequiven, una filial de Pdvsa.
Sin embargo, durante el mandato de Iván Duque, la administración de Monómeros fue entregada a Juan Guaidó, líder de la oposición venezolana, en un intento por consolidar un frente político antichavista. No obstante, una apelación judicial devolvió el control a Pequiven, reafirmando la conexión venezolana de Monómeros, pero la controversia en torno a su manejo ha persistido.
En una entrevista reciente a un medio nacional independiente, José Luis Pirela, un exdiputado venezolano, destacó que Petro tiene una responsabilidad en proteger la integridad de Monómeros sin ignorar las «irregularidades históricas» que, según él, han llevado a su actual depreciación.
Para Pirela, el riesgo no solo radica en la venta, sino en la posibilidad de que se concrete «a precio de gallina flaca», favoreciendo intereses ocultos que afectarían el propósito original de la compañía de apoyar la agricultura en la región.
«Se ha jugado en algunas ocasiones a debilitar a algunas empresas para después venderlas a precios irrisorios, y hay procedimientos muy opacos, por ejemplo, en el Caribe», denunció el exdiputado, señalando la necesidad de examinar a fondo el proceso de privatización de Monómeros.
Las preocupaciones de Petro y la oposición no solo giran en torno a la propiedad de Monómeros, sino también a los fines a los que se podría destinar la empresa. Como resaltó un líder opositor venezolano, «esta empresa no fue creada para comercializar urea para narcotraficantes, nació para establecer una palanca de apoyo a los agricultores y eso tenemos que defender».
Esta afirmación subraya el valor estratégico de Monómeros para la soberanía alimentaria y el impulso del sector agrícola, tanto en Venezuela como en Colombia.
Otro aspecto de la situación es la renuncia de Rodrigo Ramírez, un allegado al hijo de Gustavo Petro, Nicolás Petro, quien se retiró de la junta directiva de Monómeros tras la solicitud de Petro de detener la venta. Su salida ha sido vista como un acto simbólico, que reafirma el interés del mandatario colombiano en garantizar la estabilidad de la empresa en medio de este tenso contexto político.
Esta decisión se suma a la postura crítica de César Lorduy, actual consejero del Consejo Nacional Electoral de Colombia, quien trabajó durante 36 años en Monómeros como vicepresidente jurídico y asesor, y ha expresado su preocupación sobre las consecuencias de privatizar la compañía.
El llamado de la oposición venezolana y del presidente Petro alienta la reflexión sobre el impacto de este tipo de privatizaciones en la seguridad alimentaria y la economía agrícola.
José Luis Pirela fue enfático al señalar que «no es un problema de parcialidades políticas ni de sectarismo partidista, es un problema estratégico que tiene que ver con el apoyo a la agricultura, que tiene que ver con la soberanía alimentaria».
Estas palabras reflejan una advertencia sobre los efectos a largo plazo de una posible venta de Monómeros en manos de actores cuyo compromiso con el desarrollo agrícola es cuestionable.
Así las cosas, el caso de Monómeros plantea profundas interrogantes sobre la injerencia política en sectores clave de la economía y los riesgos de que empresas estratégicas caigan en manos de intereses ajenos al bienestar de la población.
La postura conjunta de Petro y de sectores opositores venezolanos envía un mensaje de unión transnacional frente a un tema que afecta a ambos países en un aspecto esencial: la capacidad de autosuficiencia alimentaria.
La decisión final de Nicolás Maduro podría convertirse en un punto de inflexión en la relación entre Colombia y Venezuela, y en la configuración de políticas más transparentes y orientadas al bien común.
Y.A.