La ciudad busca nuevas alternativas para financiar su desarrollo, mientras los impuestos siguen al alza y la deuda no cesa de crecer.
Por: Redacción Web.
Diario La Libertad.
Barranquilla se enfrenta a una de las crisis financieras más profundas de su historia reciente. La ciudad, que ha experimentado un crecimiento económico notable en algunos sectores, se ve actualmente asfixiada por su creciente endeudamiento, lo que dificulta la posibilidad de obtener nuevos créditos que le permitan financiar el Plan de Desarrollo. Esta situación ha llevado al alcalde Alejandro Char a reconsiderar la opción de incrementar impuestos al sector empresarial, una medida que podría agravar aún más la situación para los barranquilleros.
Según los datos proporcionados por el economista Jairo Parada, Barranquilla paga anualmente una cifra exorbitante de 700 mil millones de pesos en concepto de préstamos e intereses, lo que representa una carga muy pesada para las finanzas del Distrito. A pesar de los esfuerzos por mejorar el recaudo de impuestos, que en agosto de este año mostraron un crecimiento del 44% en el Impuesto de Industria y Comercio y un 21% en el Predial, la deuda sigue siendo un obstáculo cada vez más difícil de superar.
«Barranquilla está asfixiada por las deudas, en cuyos pagos se va un gran porcentaje de los impuestos recaudados», expresó Parada en una entrevista a un diario local. A pesar de los intentos por mejorar el comportamiento fiscal de la ciudad, las cuentas parecen no cerrar, y el dinero destinado al pago de intereses y préstamos se ha vuelto una carga insostenible.
El alcalde Char, en su afán de financiar proyectos y mejorar la infraestructura de la ciudad, ha sido autorizado por el Concejo Distrital para obtener nuevos empréstitos por hasta 3 billones de pesos. Sin embargo, el economista advierte que este endeudamiento adicional podría poner aún más en peligro la estabilidad financiera de Barranquilla, si no se toman medidas más contundentes para controlar el gasto y la deuda.
La medida de aumentar los impuestos, particularmente el Impuesto de Industria y Comercio, se encuentra en la mesa de debate. Según Parada, este tipo de decisiones, aunque pensadas para aliviar la situación financiera del Distrito, terminarán afectando a toda la ciudadanía barranquillera. En respuesta a esta medida, Parada afirma que «Barranquilla tiene un ICA bien alto, y con este proyecto se muestra que no tiene más endeudamiento para financiarse, ¡Barranquilla está al tope de deuda!».
La competitividad de la ciudad también se ve seriamente comprometida. En palabras de Parada, «Barranquilla está asfixiada y no es competitiva con tantos impuestos. ¡Compárese con Bogotá o Medellín! ¡No sube del octavo lugar en competitividad desde hace años!». La falta de incentivos fiscales y un entorno de altos impuestos podría estar afectando el crecimiento de la ciudad y alejando nuevas inversiones.
A medida que el endeudamiento del Distrito sigue aumentando, el impacto sobre las empresas y, en consecuencia, sobre los ciudadanos, es cada vez más evidente. La deuda bancaria de Barranquilla ronda los 3 billones de pesos, y si se suman las vigencias futuras, el panorama es aún más sombrío. El economista también reveló que casi todo el recaudo predial de la ciudad se destina a pagar los intereses de la deuda, lo que limita las posibilidades de inversión en infraestructura y bienestar social.
En este contexto, la pregunta de si las nuevas alzas de impuestos terminarán por cargarse a los ciudadanos parece no tener una respuesta clara. Parada es contundente al respecto: «No hay almuerzos gratis, los impuestos se terminarán cargando a los productos finales y a toda la actividad económica, es decir, ¡a nosotros!». Así, los barranquilleros enfrentan la posibilidad de un aumento en los costos de vida mientras la administración local busca salidas a una crisis financiera cada vez más compleja.
El futuro de Barranquilla depende de encontrar un equilibrio entre el aumento de los ingresos fiscales y el control de su creciente deuda. Aunque el aumento de impuestos podría ofrecer una solución a corto plazo, también tiene el riesgo de desincentivar la inversión y afectar la competitividad de la ciudad. Es crucial que se consideren otras alternativas para sanear las finanzas sin poner en peligro el desarrollo económico de la región. El desafío será lograr que la ciudad se mantenga competitiva mientras resuelve su grave problema de endeudamiento.
Y.A.