Por Álvaro Cotes Córdoba
La aeronave era de color blanco con franjas azul y rojo y se veía reluciente, como si estuviera nueva. Al principio, de lejos, no la veíamos completa, debido a que a su alrededor había un centenar de curiosos, incluso niños y adultos, posando para las fotos, como se aprecia en la aparente única foto que existe de ese suceso, en donde una niña se colocó frente a la bimotor, para que su padre le tomara la foto.
Durante el tiempo en que permanecimos en la playa ese día, nos olvidamos incluso de bañarnos en el mar, pues aquel avión pequeño acaparó la atención de todo el mundo: Bañistas, transeúntes e incluso de los empleados de los hoteles y oficinas cercanas a la bahía y siguió acaparando la atención de todos los habitantes de la ciudad por casi un mes, pues permaneció en esa playa durante el mismo periodo, después le quitaron las alas y la remolcaron por partes en dos tractocamiones, hasta algún hangar del aeropuerto Simón Bolívar. El por qué esa avioneta había amanecido ahí, lo supimos más tarde, cuando circuló la supuesta versión oficial sobre lo que realmente había acontecido.
“Había aterrizado en la arena a las 5 y 40 de la tarde anterior”, me recordó el periodista y locutor de radio y televisión, Junior Beltrán Rodríguez, 42 años después, apenas leyó la primera parte de esta reseña histórica sobre ese trascendental hecho que casi había sido olvidado por la memoria veterana llena de fósforo y potasio de los samarios que vivieron en carne y hueso ese suceso extraordinario.
Extraordinario, por cómo aterrizaron en esa playa sin que chocaran ni hubieran ocasionado un muerto. Solo daños materiales en el tren de aterrizaje y en las hélices de los motores de las alas. El pedazo de una hélice por poco se incrustó en uno de los desvestideros de madera que existían en aquella desaparecida playa. Por fortuna ya no había bañistas ese atardecer en la bahía samaria y los pescadores y administradores de los desvestideros ya se habían ido para sus casas.
“Yo cubrí esa noticias”, recalcó Junior Beltrán Rodríguez, “Junto con Alexis Torres, quien era en ese tiempo el director de Radio Sucesos RCN en LA Voz de Santa Marta y yo era el locutor del noticiero”, agregó. Pero más allá de lo que se consideró fue un milagro o una peripecia irrepetible, la aparición inoportuna e incongruente de una aeronave en la playa principal de Santa Marta, está la verdadera causa, la cual tiene que ver con un asunto de tráfico de marihuana…
Mañana, tercera entrega…