POR: LAURA MARSIGLIA SAEZ
En su Tribuna Pedagógica, publicada en el diario La Libertad el 9 de septiembre de 2024, titulada “Preguntas curriculares problematizadoras”, Reynaldo Mora Mora aborda una de las problemáticas más apremiantes del sistema educativo colombiano: la meritocracia basada en pruebas estandarizadas y su impacto en el acceso a la educación superior. Este enfoque, según Mora Mora, ha profundizado las desigualdades sociales al aplicar criterios homogéneos en un contexto profundamente desigual. El autor plantea una serie de interrogantes críticas sobre la función actual de la escuela, cuestionando si esta puede continuar divorciada de las problemáticas sociales que enfrenta la población. En un país con profundas brechas sociales, es fundamental analizar cómo las políticas educativas, particularmente el sistema de pruebas estatales, han favorecido la exclusión en lugar de la inclusión. Las pruebas estandarizadas, en lugar de ser una herramienta para evaluar el desempeño académico de manera equitativa, se han convertido en un mecanismo que perpetúa la desigualdad, especialmente entre las regiones más marginadas del país. ¿Es justo, por ejemplo, medir con los mismos parámetros a un estudiante de Bogotá y a uno del Chocó, donde las condiciones educativas y sociales son tan dispares?
Mora Mora critica fuertemente la política educativa actual que se fundamenta en una supuesta meritocracia, representada por las pruebas estandarizadas del Icfes. Este sistema asume que el éxito académico depende exclusivamente de las capacidades individuales de los estudiantes, ignorando las barreras estructurales que muchos jóvenes enfrentan. En este sentido, el autor destaca que no es razonable ni ético exigir los mismos resultados a estudiantes de contextos tan diferentes. Mientras que los jóvenes de zonas urbanas tienen acceso a mejores recursos educativos, aquellos de zonas rurales o marginadas, como el Chocó, se enfrentan a enormes dificultades que les impiden competir en igualdad de condiciones.
El problema de las pruebas estandarizadas es que no consideran las múltiples realidades de los estudiantes y, por ende, refuerzan las desigualdades existentes. Este enfoque meritocrático es especialmente perverso, ya que culpa a los estudiantes que no logran acceder a la educación superior por no «adaptarse» al sistema, cuando en realidad es el sistema el que falla al no ofrecer las mismas oportunidades a todos. Esta narrativa de culpabilización de los más vulnerables oculta el hecho de que la desigualdad educativa es, en última instancia, una falla estructural del Estado. Uno de los puntos clave que Mora Mora subraya es que la educación superior debería ser la principal herramienta para combatir la desigualdad social, no para perpetuarla. Sin embargo, bajo el sistema actual, el acceso a la educación superior se ha convertido en un privilegio reservado para quienes logran superar los obstáculos impuestos por las pruebas estandarizadas. Esto no solo excluye a muchos jóvenes talentosos, sino que también refuerza las desigualdades socioeconómicas.
El autor aboga por un cambio profundo en la política educativa colombiana, con el objetivo de crear una Política Pública de Educación Superior (PPE) que priorice la inclusión y la equidad. Esta política debería considerar las realidades sociales, económicas y culturales de los estudiantes y garantizar que todos, independientemente de su contexto, tengan acceso a una educación de calidad. Esto implica no solo mejorar la infraestructura educativa, sino también promover el acceso a la investigación y el conocimiento a través de bibliotecas, recursos digitales y redes académicas en todo el país. Mora Mora insiste en que el Estado tiene una responsabilidad ética y moral ineludible en la garantía del acceso a la educación superior. No basta con que el Estado administre pruebas o cree rankings de universidades; su papel debe ir mucho más allá. Es fundamental que el Estado asuma un rol activo en la promoción de una educación superior inclusiva que brinde oportunidades a todos los jóvenes, especialmente a aquellos que provienen de contextos desfavorecidos.
El autor propone un cambio radical en la forma en que se concibe la educación en Colombia, pasando de un enfoque meritocrático a un enfoque basado en los derechos. Esto significa que el acceso a la educación superior debe ser considerado como un derecho inalienable, no como un privilegio para unos pocos. De esta manera, se podría mitigar el devastador efecto que tiene para muchas familias el hecho de que sus hijos no puedan ingresar a la universidad debido a las barreras impuestas por el sistema actual. Además, Mora Mora sugiere que los recursos del Estado podrían ser mejor utilizados si se destinaran a la mejora de la infraestructura educativa, en lugar de continuar financiando políticas ineficaces como las pruebas estandarizadas o la subvención de otros sectores menos prioritarios, como el precio de la gasolina. La creación de más universidades públicas, con infraestructuras adecuadas y oportunidades de investigación, podría ser una solución viable para combatir la desigualdad y ofrecer un futuro mejor a las generaciones más jóvenes.
En resumen, la tribuna pedagógica de Reynaldo Mora Mora ofrece una crítica profunda y bien fundamentada al sistema educativo colombiano y su enfoque en la meritocracia como criterio principal para el ingreso a la educación superior. El autor destaca que este enfoque no solo ha fracasado en su misión de promover la igualdad de oportunidades, sino que ha exacerbado las desigualdades preexistentes, especialmente para los jóvenes de contextos más vulnerables. Mora Mora llama a una reconfiguración radical del sistema educativo, con una política pública que priorice la inclusión y la equidad, y que reconozca el papel crucial del Estado en garantizar el acceso universal a la educación superior. Solo a través de un enfoque basado en los derechos y la responsabilidad social, podremos construir un futuro en el que todos los jóvenes colombianos tengan las mismas oportunidades de acceder a una educación de calidad y de desarrollarse plenamente como ciudadanos. Este ejercicio hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura en Procesos Curriculares con estudiantes de Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico (II-2024).