-MOLINO DE PAPEL- NOVIEMBRE, ANGELITOS Y TROMPOS DE AYER

Por: Walter Pimienta

Si fuésemos niños hoy, como lo fuimos ayer, llegado noviembre, desde la cruz de palo que estaba en la esquina de la casa de Rebeca, para que ´por el lado de Sibarco no entrara el diablo al pueblo, Galo, Angelito, Romelio, Chema y yo, desde la media mañana, del primero de noviembre, estuviéramos jugando al trompo. Era la temporada. Era la costumbre
Desde el lugar de salida, hasta la puerta del cementerio municipal, todo un callejón de arena, en abarcas de caucho, caminaríamos dando botes al trompo muerto para luego levantarlo a mapolazos según el número de estas apostadas y, en este caso multiplicadas por cuatro, si era que el mismo resistía o en dos tapas terminaba muerto y hendido. No había en lo acordado trompo de poner como reemplazo. Se jugaría con el que se tenía y se aceptaban los de cualquier madera a machete hechos…Era la otra norma.
Y he de apuntar también, que aquellos primero noviembre, tenía todos los ruidos y voces de cada primero de noviembre ya que, dando frutas de cosecha, tras los dulces y las golosinas del día; bolas de coco, caña de azúcar hendida, guineos manzanos, guayabas, pedazos de panela y sarapas de bollos de angelito, por aquí y por allá, el mismo corrillo de niños y niñas, en bandadas, pidiendo dulces, corriendo de casa en casa y de puerta en puerta tocando, diciendo y cantando dedican …”Ángeles somos, del cielo venimos, pidiendo limosnas pa nosotros mismos. El pueblo era esa vez un andar de gentes estrenando ropa por sus calles buscando peluquerías y peluqueros y un ambiente de euforia traía noviembre y en cada esquina al silbido de niños en cita sin parar en esto : “Guiguaguo ojo pelao, aguardiente y vino pa Marcelino, aguardiente y ron pa Máximon, no me veas , no me veas, saca el bollo de la batea, no te rías, no te rías que la mochola esta´ vacía, papaya fría pa las querías, paya asa pa las casas, rau, rau, rau que los caimanes están atoraos”…
…Y volviendo al juego, hecho en la arena el círculo de inicio, todos a una, allí los trompos lanzábamos, quedándose de perdedor el que en el último giro, de esta no saliera y de ahí, en adelante, enrollando y tirando trompos, cogiéndolos en la mano con destreza, dándole botes, lo llevábamos a la meta acordada y allí, a mapolazos, a punta de clavo, sacarle muescas y, si se daba el caso, darle muerte hendido por el herrón y hacerle una oración y para ofensa del dueño, enterrarlo en un hoyo, taparlo con arena y en señal de burla y duelo, colocarle una crucecita amarrándole dos palos… Siendo la única salvación de este que, en el trayecto otro trompo al lanzarlo, sin haber pedido “jorro con”, ni asegurarlo con la piola, no bailara o de la pita se sollara o se atollara en la arena sin dar tiempo de cogerlo y entonces se levantaba el castigado por el del que falló en el tiro que hacía de preso y así seguir el “evangelio” si no comenzaba el pleito ya que si bien noviembre era el mes del trompo, también por una mala juda, era el mes de las trompadas… Ya que en este juego, siempre definitivo, había unos ganadores y un solo perdedor lloroso y en su arrogancia derrotado.
Cómo quería uno a su trompo preferido regalado por el abuelo, hecho de carreto y torneado…sutil y maravillo y “ sedita” en la mano…Yo acicalaba el mío como gallo de pelea y con pintura por ahí buscada, le pintaban frajas de colores; siendo los de gloriosos combates y ganadores de mil batallas, los que perdían la la cabeza y quedaba como una perilla, pero con una puya innoble a punta de vidrio sacada, afilado clavo aquel que rastrillado contra el piso, cual espuela al rival ensartaba…
…Y diré que esa vez, el de Galo, hecho a bordo de machete, de la “olla” no salió. Aquel trompo era su engreimiento por ser certero en la chuzada…Y cuántas veces este, disparado con fuerza infantil no había partido en dos a otros sin llegar a la meta pactada, enseñando el perdedor “sus entrañas de madera destrozadas”… Y él, que de su hazaña se ufanaba, con media sonrisa al dueño del trompo muerto miraba y humillaba.
Pero todo tiene un día… Y sin cambio desde la salida, bote tras bote, el trompo de Galo, desde la esquina de Rebeca hasta la puerta del cementerio hizo la travesía sin discusión ni peleas… Y, tú sabes, es ley, de a 20 mapolozas, multiplicado por 4, para un total de 80, con el clavo le daríamos y, si se llegaba a rajar, la vida no se le perdonaría.
La llevada del trompo perdedor a la puerta del cementerio, entre zumbidos viriles, de parte de los dueños de los torneados se hizo sin erar un solo tiro…Y llegado que se hubo al límite de la ilusión, sin apelación posible, Chema, tomando su trompo con fuerza en la mano, simulando golpes de martillo, le dio al de Galo los 20 mapolazos que le tocaban.
-¡No ha nacio el día que muera- decía Galo.
El trompo estaba intacto.
Romelio hizo lo mismo en tanto Galo, miraba para otro lado
Y el trompo estaba intacto.
Angelito, pidiéndole fuerzas a “Nuestra Señora del Trompo”, furioso le dio sus 20.
Y el trompo estaba intacto.
Y yo, afilándole antes al mío su clavo en una rústica pared cercana, diciendo sea Dios, con la derecha le di 10 y con la izquierda los otros 10.
Y el trompo estaba intacto.
-Lo rezó con brujería- dijo Romelio.
-Yo sí creo- afirmó Chema.
-Yo también creo- consideró Angelito.
Y con un: -“Ya lo sabía”- Galo levantó su trompo, se lo metió en el bolsillo y antes de cruzar la primera esquina, ponderando su viejo trompo, nos gritó:
-¡De puro guayacán mijito… de puro guayacán…Se joden!
Canción referente
https://youtu.be/0lu1g9g0wGs