
Mesa interétnica impulsa diálogo entre comunidades y gobierno para reducir el conflicto por la tierra en la región.
Durante la presentación de los avances de la mesa interétnica en Cali, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, enfatizó que los grupos armados ilegales son el único enemigo común en Colombia e hizo un llamado a la unidad de los “colombianos de bien” para confrontar a estos actores desde una postura de paz. El funcionario destacó la importancia de la cooperación entre el Estado y las comunidades indígenas, campesinas, afrodescendientes y sectores privados en el norte del Cauca, como estrategia para disminuir la violencia y crear condiciones para el desarrollo en la región.
Claudia Calero, presidenta de Asocaña, reforzó el mensaje del ministro al señalar que la mesa de diálogo está demostrando cómo los sectores legales se están organizando para evitar la expansión de la ilegalidad en el Cauca. Según Calero, esta colaboración interétnica y multisectorial busca generar mejores condiciones de vida y productividad en la región, fortaleciendo así la economía local y limitando el impacto de los grupos violentos.
El ministro Cristo también destacó la importancia de replicar este tipo de diálogos en todo el país, afirmando que “en Colombia sí podemos superar diferencias” a través de la conversación y la escucha activa. Este enfoque de diálogo, según el ministro, también se extiende al Congreso, donde el gobierno nacional trabaja en reformas clave —laboral, pensional y de autonomía territorial— a través de la concertación.
Así las cosas, la apuesta del gobierno por el diálogo interétnico en el norte del Cauca muestra un enfoque renovado para enfrentar el conflicto por la tierra y la violencia armada en Colombia. Sin embargo, el reto radica en la implementación efectiva de estos acuerdos en un país donde el arraigo de los grupos armados y las tensiones territoriales históricas dificultan la consolidación de la paz.
El éxito de esta mesa interétnica en el Cauca podría servir como modelo para otras regiones, pero requerirá el compromiso sostenido de todas las partes y una acción estatal fuerte para garantizar que el diálogo se traduzca en cambios tangibles.