*Con muestras de cariño y oración, los cementerios se convierten en el escenario donde la fe y la devoción se unen para recordar a quienes ya no están.
Redacción Sociales
LA LIBERTAD
Como es tradición, cada 2 de noviembre se conmemora el Día de los Fieles Difuntos, en homenaje a los seres queridos que ya no están en el plano terrenal y, en el caso católico, por quienes se encuentran aún en estado de purificación en el purgatorio.
Adoptada por Roma en el siglo XVI, con el tiempo comenzó a rememorarse entre los fieles de todo el mundo, incluido el Caribe colombiano, donde la efeméride se vive con gran devoción y afecto.
En esta fecha, familias enteras se congregan con respeto en los camposantos para honrar a sus seres queridos fallecidos. Los cementerios de la ciudad, al igual que las personas, también se preparan para uno de sus días más movidos de todo el año.
Durante la jornada, las flores, especialmente crisantemos, lirios y rosas, adornan las tumbas y se convierten en el símbolo más visible de la celebración, lo que representa un gesto de cariño y manifiesta que aunque estén ausentes físicamente, siguen siendo parte esencial de la vida de sus familiares.
Igualmente es común ver que se limpien y decoren las lápidas, mientras que algunos cementerios organizan misas y actividades religiosas para acompañar a los visitantes en sus oraciones, como es el caso de Jardines de la Eternidad, Jardines del Recuerdo, La Paz y Los Olivos. Entre los lugares con mayor fluencia de ciudadanos también está el Cementerio Calancala y el Universal.
Aunque esta práctica varía entre culturas y países, en Barranquilla y el Atlántico este día se convierte en una ocasión para reafirmar el valor de la familia y el respeto por las raíces. Para muchos, es también un momento de sanación y reconciliación, donde el dolor de la pérdida se transforma en un acto de gratitud.
En una entrevista con Diario LA LIBERTAD, el padre Edward Utria Londoño, Delegado para la Pastoral del Acompañamiento y el Consuelo de la Arquidiócesis de Barranquilla, compartió una reflexión sobre el sentido del Día de los Fieles Difuntos y cómo los católicos pueden vivir esta jornada con profunda fe y respeto.
De acuerdo con el religioso, esta conmemoración no es una exaltación de la muerte, sino un recordatorio de la victoria de Cristo sobre ella. Desde esta perspectiva, el Día de los Fieles Difuntos se centra en dos pilares fundamentales: la memoria y la esperanza.
En primer lugar, el padre Utria explicó que la memoria es esencial en este día, pues permite honrar a los seres queridos que han dejado huella en la vida de sus familias y en la sociedad. Es una oportunidad para recordar con gratitud y amor a aquellos que marcaron una diferencia en sus entornos.
A su vez, también invita a la oración por quienes, debido a sus circunstancias, no pudieron alcanzar su máximo potencial de bien, siendo un acto de reconciliación y compasión.
“Nosotros creemos que la oración también, por la memoria, por el alma del difunto, permite que esa misericordia de Dios se eleve y esta alma sea salvada”, aseguró.
En segundo lugar, subrayó la importancia de la esperanza escatológica, aquella fe que no termina con la muerte física, sino que trasciende hacia la resurrección.
“Como dice el Salmo, que al abrir mis ojos me saciaré de tu presencia, Señor. Siempre he imaginado esa escena, que muramos en este mundo y cuando abramos los ojos nos encontremos con el rostro de Dios, ese rostro amoroso y perfecto, esa esperanza que nos mueve a estar un día eternamente con el Señor, en esa presencia donde no haya sufrimiento ni dolor, sino sólo ese amor inmenso”, agregó el párroco.
Sobre cómo vivir esta jornada, el padre Edward Utria sugirió que sea una ocasión para la oración, la reconciliación y la unión familiar. En la mañana, se puede iniciar orando por el alma de los difuntos y ofreciendo un momento de perdón hacia quienes pudieron haber causado dolor en vida.

Además, el sacerdote propuso compartir en familia los recuerdos de quienes ya no están físicamente presentes, en torno a una comida o un encuentro, permitiendo que estos relatos fortalezcan los lazos familiares y ayuden en el proceso de sanación.
“Momentos de oración, de participación en la Eucaristía, de recordar las memorias de estas personas… todo ello nos lleva a celebrar bien este Día de los Fieles Difuntos”, concluyó.
Desde los primeros tiempos, la Iglesia Católica ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios.