Matemática, deporte y lenguaje

Víctor Hugo Marenco Boekhoudt, columnista.

Por: Víctor Hugo Marenco Boekhoudt.

Nunca equipo alguno en las grandes ligas de béisbol, ha ganado los últimos cuatro partidos seguidos en una serie mundial… Eso es equivalente a decir, que, hasta el momento, el que gana los tres primeros partidos siempre ha quedado campeón, en estas justas.

Las dos aseveraciones anteriores, a pesar de estar dichas de manera diferente, represan una ecuación y, por tanto, pueden ser escritas por medio de una nomenclatura notacional, que usted puede inventar si así lo desea. Es decir, es una simple, sencilla y abordable expresión matemática.

Por tanto, por medio de cualquier simbología acordada (esa que usted se ha imaginado), se concibe inmediatamente lo expuesto y posibilita la operación de la ecuación. Comienza a modelar, la manda de un lado para el otro y viceversa, le agrega, le quita, en fin, ya todo queda a su imaginación y estado de ánimo.

¿Qué pretendo con esto?: simple, la matemática es un lenguaje de expresión basado en nuestras actividades diarias. Ella misma puede concebirse mejor y ayudarnos en nuestra vida de forma resuelta y expedita. Pero precisamente por eso, por nunca dar a entender el aspecto práctico del cual está revestida, la concebimos mal y luego, que es lo más anacrónico, la llenamos de miedo, de imposibles e inentendimiento.

La matemática por eso ha sido siempre pésimamente enseñada, por el arrastre negativo en cuanto a su esencia y proyección.

Por medio de este ejemplo sencillo y que causa mucho interés en las perdonas apasionadas por el béisbol, proyectamos la importancia de esa ciencia. Claro que esto empieza desde niño. Recuerdo cuando a punta de reglazos, en el colegio San Nicolás de Tolentino, la señora Flor nos azotaba la mano, cuando no nos sabíamos las tablas de multiplicar.

Creo que algo parecido ocurre hoy día con la enseñanza de esa ciencia. Ocupamos los peores lugares a nivel mundial en las pruebas interestatales y el desinterés por las mismas es máximo.