¿Para qué escriben Mario Mendoza, William Ospina, Héctor Abad Faciolince, María Jimena Duzán, Daniel Samper Ospina, Ana Bejarano y Daniel Coronell?

Por: Tigrillo lanudo

Torcidos, delirantes, narcisos, buscando más notoriedad con falsos relatos. Los intelectuals fake news de la modernidad.

Pelan el cobre en momentos cruciales. Se desenmascaran cuando nadie lo ha pedido. Muestran de qué están hechos en sus entrañas psíquicas. Reaccionan igual a sus amos empleadores.

Son los intelectuales orgánicos al poder. Simulan que están contra el poder. Le hacen pasito al poder, pero terminan arrodillados a él. Lambezuelas, lamerabos. Dan oxígeno al colonialismo neoliberal rentístico y corrupto que gobierna la política y la economía. Los que pretenden legitimar el statu quo empobrecedor y violento. Los que aplauden el dominio de la oligarquía más cruel y desalmada del planeta.

Dicen estar a favor de los pobres y excluidos, pero trabajan para que el capital codicioso multiplique las filas de menesterosos. Pregonan defender la democracia y la justicia, pero se delatan al argumentar posturas ante los hechos, o cuando esgrimen los candidatos que apoyan. Se contradicen finalmente al ponerse del lado de la inequidad, el saqueo, la antidemocracia, las mafias y clanes políticos.

Una vez fui a la Fiesta del Libro en Medellín con el fin de escuchar a Mario Mendoza. No alcancé puesto en el auditorio, cerraron las puertas y junto a otros que tampoco alcanzaron perdimos la charla. Observé que la inmensa mayoría del público eran jóvenes muy jóvenes, lectores cautivados por sus novelas exitosas, entre ellas Satanás. Me pareció un logro meritorio del escritor bogotano, una respuesta de la acogida que ha tenido entre el público joven. Y esto es digno de resaltar y poner como vara medidora de la conexión de un intelectual con su audiencia.

Algo bueno tiene que agitarse entre las páginas de sus libros para que los lectores lo persigan. Esto es innegable. La pregunta que surge después de leer los panfletos destemplados “Retrato de Gustavo Petro en blanco y negro” y “Las consecuencias de criticar a Petro” (una respuesta suya a los que denomina sicarios digitales) es ¿Para qué escribe Mendoza?

Supuestamente, el escritor de marras lo hace para ayudar a crecer a sus lectores, para contribuir a la indagación de nuestras tragedias, para orientar tomas de decisiones y elección de proyectos de vida. Eso pensaba antes de leer sus insensatos artículos. Ahora, pienso que hay otros móviles en su interés por la escritura, y los desnuda en dichos textos al proyectar en el otro que critica características psíquicas que él anida. Los adjetivos usados para describir un retrato le caben perfectamente a él y revelan otras facetas.

Fui lector permanente de William Ospina, hice eco de su lúcido ensayo “¿Dónde está la franja amarilla?”, lo regalé, lo promoví entre los docentes de secundaria. También leí con pasión su brillante texto “Las auroras de sangre” y sus novelas históricas, escritas todas con un vasto conocimiento y bella prosa poética. Ocurrió que al leer posteriormente sus artículos políticos en El Espectador y luego sus posturas a favor de candidatos presidenciales de la derecha rancia y violenta, padecí una triste decepción. Me pregunté, ¿Para qué escribe Ospina? Encontré que sus juicios lanzados a los contrarios develaban lo que él escondía de su propia personalidad: vanidad, envidia, ego intelectual.

Cuánta incoherencia intelectual, cuánta torpeza política exhibió cuando adhirió e invitó a votar por Rodolfo Hernández (q.e.p.d.), el candidato del establecimiento saqueador y criminal. Lo hizo sólo por oponerse al proyecto político progresista que lideraba el candidato que no era de su agrado. Hasta allí llegó la credibilidad que ostentaba.

Quizás, Héctor Abad Faciolince le compita a Mario Mendoza en causticidad frente al Presidente Gustavo Petro y lo que éste representa. No lo ha bajado de autoritario, arrogante y otros adjetivos peyorativos. Su inquina e intolerancia con el gobernante distinto se hizo proverbial en el gremio de los detractores de Petro.

Y no es porque atacan a Petro que escribimos estas líneas. Es porque demuestran todos ellos su espíritu antidemocrático, su falsa imagen de intelectuales a favor de una mejor suerte para los colombianos más maltratados. Ellos no atacan a una persona, se van lanza en ristre contra un proyecto político de izquierda, democrático y popular. No están con el pueblo, no están con las reformas sociales, no están con la paz total, no están con la transformación política, económica y cultural que ya empezó con el gobierno actual.

No son pocas las veces en que el hijo deshonra la memoria de su benemérito padre. Los disparates ideológicos de Abad Faciolince rayaron en la estupidez cuando se fue con otro periodista a Ucrania dizque a grabar “la invasión de Rusia”, lo que casi le produce el “choque” con un misil. Ni siquiera hubo que preguntar ¿Para qué escribe Abad?

Un ejemplo de una periodista de “centro” que no es de centro porque el centro no existe, es María Jimena Duzán. Trabaja para Cambio, una revista de “centro” que a su vez trabaja para los intereses de la derecha económica y política. Siendo una excelente investigadora, premiada y reconocida, María Jimena Duzán se debe primero a sus patrones, entonces se ha inventado unos relatos de ficción sobre el estado de salud mental del Presidente Petro, sumándose así a uno de los argumentos del golpe blando que invoca la incapacidad física y moral del mandatario. Lástima que la ética profesional de María Jimena se relaje ante la paga, lo cual confunde a lectores desprevenidos que caen como peces en su chinchorro de verdades mezcladas con falsedades.

Los Danieles

¿Habrá un payaso más fracasado que Daniel Samper Ospina? No hace reír ni pagando. A diferencia de la envidia intelectual que padecen M. Mendoza, W. Ospina y H. Abad, Samper supura desprecio social hacia Petro porque éste no es de la clase aristocrática y despojadora tradicional. Tampoco va a los clubes sociales de los sociópatas burgueses, ni alardea de viajes a islas exóticas. Samper siempre saca a relucir un nuevo chisme contra Petro o su familia, es obsesionado con los movimientos de los Petro o de algún miembro del gobierno. Sus chistes sólo producen conmiseración y rechazo entre cualquier mediana inteligencia.

Samper Ospina posa de ser antiuribista y antipetrista, o sea de pertenecer a un “centro” que finalmente es la derecha solapada que lo arropa. Hace parte del elenco Los Danieles, una franja de opinión que pretende ser neutral en la crítica política, sin embargo, su función es la de hacer oposición soterrada, maquillada, edulcorada, a las reformas y proyectos del gobierno democrático y popular del Pacto Histórico.

Daniel Samper Pizano, padre, trata de ser más imparcial en sus comentarios, pero de alguna manera lo delatan los brillos de su piel camaleónica. Aunque sus columnas contienen mayor profundidad en el análisis de los temas, destila un evidente papel opositor a través de mensajes subliminales.

Más venenosa que la crítica insulsa de padre e hijo es la ponzoñosa y amañada interpretación de los hechos políticos que hace la abogada y ex secretaria privada del Ministro de Justicia de la era Santos, Ana Bejarano Ricaurte. No contextualiza, todo lo tergiversa, genera pánico y desinformación. Cae fácilmente en la difamación al adjudicar el origen de situaciones provocadas por gobiernos anteriores al actual, o al calificar la búsqueda de una Constituyente como el intento de cambiar la Constitución de 1991.

Y cierra esta lista de intelectuales orgánicos al poder, el campeón de los ladinos periodistas. El más calculador, maquiavélico y siniestro. Daniel Coronell ha librado una lucha titánica contra el Matarife, ha realizado también magnificas investigaciones. Sin embargo, su condición de judío, pero en especial su simpatía con el sionismo genocida, su favorecimiento a intereses multinacionales pro sionistas, aliado además con los servicios de espionaje de los Estados Unidos, lo convierten en un taimado enemigo del gobierno del Pacto Histórico, por lo tanto, del proyecto liberador y democrático que éste representa.