El bloque emergente, liderado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, celebra su cumbre en Rusia en busca de consolidarse como contrapeso a Occidente, pese a las divisiones internas y rivalidades estratégicas.
El bloque de economías emergentes BRICS, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha dado inicio a su cumbre anual en la ciudad de Kazán, Rusia, en un contexto de tensiones geopolíticas y desafíos económicos globales. Esta conferencia, considerada como un espacio de discusión para buscar alternativas al bloque occidental, cuenta este año con la presencia de los nuevos miembros Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos, en su primera participación oficial desde la expansión aprobada en 2023. «Argentina y Arabia Saudí también fueron invitados, pero Buenos Aires rechazó su ingreso tras la llegada de Javier Milei, y Riad sigue sin confirmar su integración.»
Con un alcance global significativo, el bloque BRICS representa aproximadamente el 45% de la población mundial y más del 35% del Producto Interno Bruto en términos de paridad de poder adquisitivo, lo que les da un peso considerable en el ámbito internacional. Esta cumbre es también la mayor reunión internacional celebrada en Rusia desde el inicio de la guerra en Ucrania. La asistencia de altos representantes de 36 países, incluyendo al presidente chino Xi Jinping, demuestra la importancia geopolítica del encuentro, aunque se destacó la ausencia del presidente brasileño Lula da Silva por un accidente doméstico.
Durante las jornadas de trabajo, los BRICS buscan visibilizar su potencial para desafiar la hegemonía económica de Occidente. En este sentido, una de las propuestas principales es la creación de un sistema de pagos independiente del dólar, conocido como BRICS Bridge, que facilitaría las transacciones entre los países miembros sin recurrir a la moneda estadounidense. Además, se abordarán temas de relevancia geopolítica como la situación en Ucrania y en Oriente Próximo, así como la posibilidad de continuar expandiendo el bloque. «La cumbre busca exhibir el poderío del grupo», destacaron fuentes oficiales.
Desde una perspectiva comparativa, el bloque BRICS, con su reciente ampliación, ahora cuadruplica al G7 en términos de población y concentra una gran proporción de la producción global de petróleo. Sin embargo, las naciones occidentales aún superan a los BRICS en acumulación de riqueza, lo que refleja las desigualdades económicas entre ambos bloques. La gráfica adjunta resalta cómo los BRICS han consolidado una mayor influencia en varios sectores, a pesar de su dependencia de ciertos recursos clave.
Para Moscú, la cumbre tiene un especial significado simbólico y estratégico. Rusia desea demostrar que no está completamente aislada en la arena internacional y que cuenta con el respaldo de aliados clave para enfrentar las sanciones impuestas por Occidente. Además, la implementación de un sistema de pagos alternativo fortalecería la posición de Rusia, permitiéndole eludir restricciones financieras y fortalecer sus relaciones con otras potencias emergentes. «Moscú pretende consolidar al grupo como contrapeso del bloque occidental, pero las divisiones entre sus socios dificultan este propósito.»
Sin embargo, alcanzar un consenso entre los miembros no es sencillo debido a sus distintas prioridades geopolíticas y económicas. Mientras que China, Rusia e Irán se inclinan por consolidar el bloque como una fuerza antioccidental, otros miembros como Brasil e India prefieren mantener un equilibrio diplomático entre Oriente y Occidente. Estas diferencias también se reflejan en las relaciones externas de algunos de los nuevos miembros, como Egipto y Emiratos Árabes Unidos, quienes mantienen estrechos lazos con Estados Unidos.
A pesar de las dificultades, el presidente Xi Jinping vislumbra esta cumbre como una oportunidad para fortalecer el liderazgo chino dentro del grupo. Pekín tiene el interés de profundizar en la ampliación del bloque y estrechar vínculos con India, con quien recientemente resolvió una disputa fronteriza. Para China, el fortalecimiento de los BRICS no solo representa una plataforma de poder económico, sino una vía para desplazar gradualmente la influencia estadounidense en Asia.
En conclusión, si bien el bloque BRICS enfrenta grandes retos internos y diferencias de enfoque, es innegable que está en proceso de ganar relevancia a nivel mundial. La creación de un sistema de pagos propio y la expansión del bloque reflejan su ambición de convertirse en una alternativa a la hegemonía occidental liderada por el G7. «Es casi imposible que los BRICS se consoliden a corto plazo como alternativa a Occidente,» pero los próximos años serán cruciales para definir su posición en el sistema global.
A medida que China y Rusia impulsan una agenda más independiente de Estados Unidos, los BRICS podrían consolidarse como un actor geopolítico con influencia significativa, si logran resolver sus conflictos internos y presentar un frente unido.










