POR: ROBERTO CARLOS DÍAZ SALINA
EL Doctor Reynaldo Mora Mora presenta en su texto sobre «Pensamientos Formativos Curriculares» la importancia de los valores en la formación de ciudadanos, como una reflexión sobre la construcción curricular que parte de la importancia de los valores fundamentales de una cultura, los cuales deben estar coherentemente integrados en la estructura de cada Institución Educativa. Estos valores, que reflejan la identidad institucional, se plasman en el Proyecto Educativo Institucional (PEI), el currículo y el Manual de Convivencia. Sin embargo, dado que las circunstancias cambian, Mora reconoce que estos valores entran en conflicto, lo que obliga a las instituciones a replantear sus prioridades y definir los saberes más pertinentes para la enseñanza.
El Dr. Mora ofrece una crítica al enfoque instrumental y estandarizante del sistema educativo colombiano, representado por las políticas del ICFES y el MEN. Su reflexión se enfoca en la importancia de promover una Formación Integral, basada en la ética, la inclusión, la crítica a los sistemas normativos de evaluación y la recuperación del contexto como un elemento esencial en el proceso formativo. Además, Mora destaca la necesidad de construir historias compartidas y enfatiza la formación de buenos ciudadanos, que debe estar centrada en una cultura democrática. Por último, hace un llamado a revisar los impactos históricos del sistema educativo, analizando las injusticias, exclusiones y formas de poder que han afectado a los estudiantes.
El análisis de Mora sobre el currículo plantea cuestiones fundamentales que pueden ser interpretadas a través de diversas teorías educativas clásicas y contemporáneas. Su énfasis en los valores culturales y la crítica al enfoque instrumental recuerda la necesidad de entender la educación como un proceso profundamente humano y contextualizado.
Paulo Freire, en su obra Pedagogía del oprimido (1970), resalta la importancia de una educación que no sea solo una transmisión mecánica de conocimientos, sino una herramienta de liberación. Freire enfatiza que el currículo debe estar íntimamente conectado con la realidad social y cultural del estudiante, permitiendo la emancipación a través de la conciencia crítica. Mora también enfatiza la necesidad de un currículo contextual que recupere el sentido de la Formación Integral, en contraposición a la rigidez estandarizadora de las políticas tecnocráticas. Este enfoque se alinea con la idea freiriana de que la educación debe estar al servicio de los oprimidos, permitiéndoles cuestionar las estructuras de poder que los marginan.
John Dewey, en Democracia y Educación (1916), argumenta que el aprendizaje debe ser un proceso democrático en el que los valores y la ética desempeñan un papel central. El enfoque de Mora sobre la necesidad de que las instituciones educativas adopten un compromiso ético se relaciona con la propuesta de Dewey de una educación que fomente la formación de ciudadanos comprometidos con la sociedad democrática. La crítica de Mora a los programas estandarizados y normativos también coincide con la idea de Dewey de que la educación debe ser flexible y adaptarse al contexto y las necesidades específicas de la comunidad educativa, en lugar de imponer estándares homogéneos.
Lev Vygotsky, en Pensamiento y lenguaje (1934), destaca la importancia del contexto sociocultural en el desarrollo del aprendizaje. Según Vygotsky, el conocimiento se construye a través de la interacción social y el lenguaje, lo que implica que el currículo debe estar conectado a las experiencias culturales de los estudiantes. El énfasis de Mora en la recuperación del contexto para la Formación Integral refleja esta visión sociocultural. Además, la idea de “construir historias compartidas” que menciona Mora se ajusta a la noción de Vygotsky de que el aprendizaje es un proceso colaborativo, en el que los estudiantes y docentes co-construyen el conocimiento a partir de sus experiencias compartidas.
La crítica de Mora a las prácticas evaluativas excluyentes también puede ser analizada a la luz de las ideas de Alfie Kohn, quien en Punished by Rewards (1993) argumenta que los sistemas educativos basados en premios y castigos, como los que señala Mora, no solo son ineficaces, sino que socavan la motivación intrínseca de los estudiantes. Kohn sostiene que las evaluaciones estandarizadas y las prácticas competitivas generan un ambiente de exclusión que no fomenta la inclusión ni el desarrollo integral de los estudiantes. Mora se muestra en sintonía con esta crítica al rechazar el enfoque evaluativo excluyente y favorecer la promoción de prácticas inclusivas que valoren el contexto y las necesidades individuales de los estudiantes.
Finalmente, Martha Nussbaum, en «Sin fines de lucro»: se pregunta, Por qué la democracia necesita de las humanidades? (2010): plantea que la educación debe centrarse en el desarrollo de habilidades que promuevan la empatía, la reflexión crítica y el compromiso social. Nussbaum critica los sistemas educativos que priorizan el rendimiento técnico y las competencias instrumentales, abogando en su lugar por una educación que forme ciudadanos completos, capaces de comprender y enfrentar las complejidades del mundo. La propuesta de Mora de un currículo que promueva la «sensibilidad moral» y forme ciudadanos comprometidos refleja esta visión humanista de la educación que Nussbaum defiende.
En conclusión, el análisis del Dr. Reynaldo Mora ofrece una crítica coherente y reflexiva sobre los sistemas educativos tecnocráticos y estandarizantes. Su visión de un currículo centrado en los valores, el contexto y la ética se conecta con las teorías de autores como Freire, Dewey, Vygotsky, Kohn y Nussbaum, quienes han insistido en la necesidad de una educación más humana, inclusiva y contextualizada. Esta perspectiva no solo enriquece el debate sobre la construcción curricular, sino que ofrece una guía práctica para la transformación del sistema educativo en función de las realidades sociales y culturales de los estudiantes.