TRIBUNA PEDAGOGICA – CURRICULO Y EVALUACION: ABORDAJE INTERDISCIPLINAR

Reynaldo Mora Mora.

POR: REYNALDO MORA MORA

El currículo como obra de arte, es objeto de estudio de diversas disciplinas como la filosofía, la sociología, la historia, la antropología, la ciencia política, entre otras; para que su impronta resuene profundamente en la Escuela ante los desafíos que enfrentamos hoy en nuestra sociedad. Uno de los grandes aportes desde mi propuesta de pensar en currículos propios, es el análisis de la relación Currículo, Evaluación y Contexto, no como algo alejado de la Escuela, sino como algo que interacciona con los saberes para penetrar las relaciones sociales y cotidianas. En términos de Foucault, el currículo no puede ser una Institución disciplinar, no puede ser un mecanismo de control social para moldear la conducta de los estudiantes. En la actualidad, esta idea se ha vuelto especialmente relevante en el contexto del control desde las Pruebas de Estado con su política estandarizante e instrumentalista, que se ha convertido en una tecnología de vigilancia para “mirar” y castigar a estudiantes e instituciones que no obtengan buenos resultados estandarizantes. Se trata, del seguimiento masivo que realiza el Icfes semestre tras semestre. Además, es una forma de controlar la entrada a la educación pública universitaria. En este sentido, nuestros jóvenes bachilleres viven en una fase disciplinaria, donde el instrumentalismo de estas pruebas se convierte en poder que regula los sueños y aspiraciones de esta comunidad.

Este poder instrumental, siguiendo con ahínco a Foucault, se ensaña y ensancha sobre la vida misma de los estudiantes. Las decisiones sobre quién tiene acceso a la educación superior pública, son decisiones oficiales través de ese organismo que estandariza los saberes: es el Icfes. Es una decisión política, porque revela la forma en que el Estado administra y regula su ingreso. Entonces, estas pruebas son instrumentos de poder desde la lectura foucaultiana, donde son decisiones que están profundamente entrelazadas con lo que en ellas se pregunta; por eso, el Estado nunca es neutral, siempre está atravesando obstáculos para este ingreso, para seguir teniendo en la sociedad mano de obra barata desde los excluidos, marginados y humillados.

Esta idea es particularmente relevante cuando no se dispone de una Ley Estatutaria de la Educación. Por eso, el debate que he venido promoviendo desde mi “Tribuna Pedagógica” y en mis “Pensamientos Formativos Curriculares”, para poner en escena el “Panel de Expertos de Política Pública en Educación”, siendo uno de los puntos gravitantes las “Pruebas de Estado”, Panel, que tiene el carácter de ser un espacio de resistencia en la búsqueda de la transformación de prácticas evaluativas evidentemente contextualizadas y pertinentes. Es nuestra reflexión crítica, como esa capacidad por desenmascarar lo que de oculto tiene esa política estandarizante en nuestra realidad actual. Este Panel-Debate es una oportunidad que proveerá el Doctorado en Ciencias de la Educación-RudeColombia de la Universidad del Atlántico para reflexionar sobre cómo construimos otro tipo de prácticas más humanas, a fin de comprender las dinámicas formativas que moldean al sistema educativo.

Debemos ser críticos con el odioso paisaje que semestre tras semestre impone el Estado a través de sus pruebas estandarizadas, que no tienen nada que ver con las realidades de millares de estudiantes de las localidades colombianas. Hay que propender por buscar más allá de la lógica y la racionalidad de los expertos del Icfes y del MEN otros marcos evaluativos. Debemos librar a nuestra juventud y a las instituciones educativas de estas ataduras instrumentales. Debemos generar una nueva visión culturalmente explicable, sacada de su contexto habitual para interpretar una visión distinta de la sociedad, distinta a la oficial. Nuestra posición: rebelarnos contra esa estandarización y sus hábitos rígidos del conocimiento. Necesitamos de otra lógica en favor de la igualdad como posibilidad y capacidad a través de la educación.  Como docentes críticos debemos peregrinar al lugar que nos debe interesar: el contexto, como un apasionante viaje para aprender de él. En un sistema educativo encasillado en fríos lineamientos curriculares de esos organismos homegenizantes, donde sus expertos parecen tener todas las respuestas, y donde la estandarización y el discurso de las competencias lo domina todo, tenemos que preguntamos, ¿qué lugar ocupa el contexto en la experiencia humana del enseñar?

A esta pregunta nos debemos aventurar a trazar un mapa de las capacidades y posibilidades que un determinado contexto tiene a partir de la educación, mostrando que es una pieza fundamental del ADN para formar buenos ciudadanos. Por lo tanto, el contexto, a diferencia del desprecio por parte de los tecnócratas de la educación, evoca la idea de un viaje largo y transformador, porque nos ofrece un recorrido por las experiencias culturales de los actores sociales. Es la aventura curricular por dar soluciones a las problemáticas del entorno, porque habita en cada rincón de los saberes enseñables. ¿Qué significa este cambio para la relación de la Escuela con el contexto? Significa la búsqueda incesante de significado y conexión. Frente a todo lo anterior, tenemos, que la tecnocracia y el instrumentalismo presentes en el sistema educativo colombiano han producido una profunda crisis en su interior, que debemos repararla, comenzando con nuevas prácticas evaluativas.

A medida que las problemáticas sociales galopan incesantes en procura de soluciones, el contexto ha comenzado a ganar terreno en los procesos de formación. El contexto se ha convertido en una fuente de conflictos socioafectivos-cognitivos. Aquí, es donde el currículo cobra una relevancia especial, en cuanto conecta la Escuela con el respectivo contexto, como un ensayo formativo esclarecedor y vibrante donde priman las problemáticas sociales. Este es y debe ser el sentido del constructor curricular: poseer un lenguaje claro y accesible para la Comunidad Educativa, a fin de ser guiada con suavidad pedagógica a través de las grandes tensiones sociales. Es y debe ser una construcción de preguntas abiertas que inviten a la reflexión personal y colectiva, para explorar soluciones desde los saberes a fin leer el contexto, de tal manera, que podamos cuestionar y contemplar la realidad para transformarla a partir de la formación de buenos ciudadanos.

Es el arte de saber leer, incluso, sabiendo leer las incorregibles prácticas evaluativas oficiales, para transformarlas. Y, esta es una de las preocupaciones principales de los Currículos Contextualizados y Pertinentes, que contradicen los currículos oficiales que desvían la atención de las verdaderas problemáticas de la sociedad. Estos con sus pruebas actúan como parásitos que extraen la energía presente y futura de los estudiantes, la de los padres de familia y de las propias instituciones educativas: todo a cambio de resultados estandarizados. Tenemos que las actuales prácticas evaluativas no solo existen sin propósito (el de la calidad, ¿cuál calidad?), sino que activamente dañan el progreso de los sueños de nuestra juventud, de quienes no logran ingresar a la educación superior pública, generando con su ausencia en los espacios formativos de la educación superior obra barata para el voraz mercado capitalista. Nuestra crítica siempre ha estado enfocada duramente hacia la naturaleza mercantil de estas pruebas, que significa la industria evaluativa del Icfes. Esto refleja nuestra visión como educadores críticos frente a esa empresa, impulsada principalmente por el afán de impedir ese ingreso. Estos tecnócratas han creado un culto hacia esa meritocracia de lo excelente y lo malo, que lo manifiestan a la sociedad, obligando a las familias y a las instituciones educativas a que sus hijos-estudiantes ingresen cada semestre a ese impopular negocio meritocrático. Nuestra pretensión, es que debemos formar seres humanaos que vivan con el ideal ciudadano y no el de las competencias meritocráticas, que tanto daño han hecho al sistema educativo colombiano.