La estafa del niño de las gelatinas: ¿inocencia o manipulación?

Video: Cultura Colectiva.

En las últimas semanas, un video que circula en redes sociales ha expuesto una nueva modalidad de estafa que ha despertado preocupación y debate en la Ciudad de México. El caso involucra a un niño que, de manera accidental, tira al suelo las gelatinas que lleva en una cubeta, llamando la atención y la solidaridad de los transeúntes que, al verlo, deciden ayudarlo comprando los productos del suelo para que el menor no pierda la mercancía. Lo que comenzó como un acto de compasión por parte de las personas que pasan por la escena, pronto se descubrió que formaba parte de un modus operandi diseñado para aprovecharse de la bondad ajena.

El video, que inicialmente generó empatía hacia el niño, lo muestra corriendo con su cubeta llena de flanes y gelatinas en vasos por una calle concurrida. De repente, cae al suelo y la cubeta se vuelca, esparciendo los productos por el pavimento. La gente alrededor, conmovida, se acerca a darle dinero para que no sea reprendido en casa, e incluso lo ayuda a recoger las gelatinas. Sin embargo, lo que parecía ser un accidente no era más que un engaño, ya que el niño vuelve a acomodar todo en la cubeta para repetir la escena una y otra vez a lo largo del día.

Este modus operandi, que se ha visto en varias calles de la capital mexicana, ha sido expuesto en TikTok, donde usuarios han señalado que detrás de esta estrategia están los padres o cuidadores del menor, quienes lo obligan a realizar esta farsa para obtener dinero de los transeúntes. Según los videos compartidos en la plataforma, el niño no vende las gelatinas de manera normal, sino que se dedica únicamente a tirarlas y pedir ayuda en la misma avenida una y otra vez.

El caso ha generado gran indignación, especialmente por la explotación a la que el niño parece estar sometido. Los comentarios en redes sociales no han tardado en criticar duramente a los padres del menor, señalando los riesgos que corre el niño al estar solo en la calle. Entre los mensajes más repetidos se encuentran: «¿Otra vez cayeron? Es una estafa», y otros como «Aquí lo importante es que hay un niño solo en la calle, ¿y los papás?». Además, hay quienes apuntan que mientras el niño es utilizado para causar lástima, sus padres podrían estar involucrados en situaciones aún más problemáticas, como se sugiere en comentarios como «Mientras tanto, seguro los padres drogándose todo el día».

Este caso pone de relieve una problemática más amplia en México: el trabajo infantil. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes entre cinco y 17 años trabajan en el país. Aunque existen esfuerzos legales para combatir esta situación, expertos como Mauricio Padrón Innamorato, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, subrayan que las acciones implementadas hasta ahora no han sido suficientes. «El trabajo infantil en sus diversas formas interfiere con el desarrollo y la educación obligatoria de los menores», explicó Padrón Innamorato en una publicación reciente de la Gaceta UNAM.

Actividades como las del niño de las gelatinas, aunque no implican directamente la venta de productos, entran en el mismo ciclo de explotación infantil. El menor no solo está siendo utilizado para obtener dinero de manera fraudulenta, sino que además se le priva de derechos fundamentales como el acceso a la educación, el tiempo de ocio y el desarrollo personal. Este tipo de trabajos, que no siempre son evidentes para la sociedad, representan una grave amenaza para el bienestar de los menores y, en muchos casos, los expone a peligros en las calles, ya que, como se ha evidenciado en este caso, el niño permanece solo la mayor parte del tiempo.

Este fenómeno no solo es un reflejo de la precariedad que enfrentan algunas familias en México, sino también de la falta de políticas públicas efectivas que protejan a los menores de caer en este tipo de situaciones. Si bien la denuncia en redes ha servido para visibilizar el caso, la intervención de las autoridades es esencial para detener la explotación de este menor y garantizarle un entorno seguro.

Casos como este deberían ser un llamado de atención para profundizar en el problema estructural del trabajo infantil en el país, que sigue afectando a millones de niños y niñas. Se necesita un enfoque más integral que no solo contemple la sanción a los responsables, sino que además ofrezca alternativas reales de sustento para las familias que recurren a este tipo de prácticas por necesidad.